Ilka Oliva Corado
La violencia de género sigue siendo un tema escabroso para muchos “cristianos,” que entre golpes de pecho culpan a las víctimas por el proceder de los verdugos.

¡Ay, la sangre de Cristo tiene poder! Es una de las frases con las que se persignan y claman al Señor –de los anillos- de los cielos, seguido de una: es que a saber ni en qué andaba metida por eso le pasó lo que le pasó. Por eso terminó así. Es que ya se veía venir, era una buscona. A una mujer decente no le pasan esas cosas. La culpable siempre es la víctima cuando de violencia de género se trata. Seguir leyendo «Violencia de género: ¡la sangre de Cristo! (3 de 3)»