Enciende la máquina para cortar grama, Silvestre se siente como subido en un tractor porque es una podadora industrial, en su vida se había subido en una máquina así, pero en Estados Unidos le ha tocado hacer trabajos que nada han tenido que ver con su labor de maestro panadero en su natal Nayarit. Trabaja como jardinero, está encargado de una máquina industrial por los 20 años que tiene de experiencia, a los nuevos los ponen a soplar la grama cortada con unas máquinas que se cuelgan en los hombros y a cortar grama con máquinas manuales, todos terminan oliendo a gasolina al terminar la jornada, porque esas máquinas unas necesitan gasolina y otras diésel.
Seguir leyendo «La labor de Silvestre»Etiqueta: Ilka Oliva Corado
Un día de sol
Begoña se envuelve en una frazada que agarra del sillón de la sala y baja las gradas del edificio, vive en el tercer nivel. Enciende el carro y vuelve a su apartamento, echa cuatro cucharadas de café en la cafetera y dos tazas de agua, en lo que está listo el café se va a bañar con agua fría para terminar de despertarse, el reloj marca las tres y cuarto de la madrugada. Es sábado, comienzos de primavera, en el restaurante la esperan a las cuatro en punto.
Seguir leyendo «Un día de sol»La sombra del palo de achiote
Ilka Oliva-Corado.
A los 7 años Cándido emigró a la capital con cinco primos más, un tío se los llevó para que empezaran a trabajar y ayudaran en los gastos de la casa, en las madrugadas lo ayudan con su venta de jugos de naranja, atol y panes con frijoles que pone cerca de la pasarela de la avenida Bolívar; durante el día trabajan en un lava carros y en las noches le ayudan con la venta de elotes y güisquiles cocidos que venden en canastos cerca de la pasarela del Aguilar Batres y el periférico, para aprovechar cuando salen los alumnos de la Universidad de San Carlos.
Seguir leyendo «La sombra del palo de achiote»Las sandalias de Tana
Ilka Oliva-Corado
Observa las yemas de sus dedos agrietados por el uso de tanto químico, sus manos que trabajaron la tierra limpian desde hace 24 años restaurantes y centros comerciales, originaria de Camotán, Chiquimula, Guatemala, Tana dejó su indumentaria indígena, de la etnia maya ch’orti’ y se puso un pantalón de lona, una playera, unos zapatos tenis y emigró junto a otras 15 muchachas de su comunidad. Su pueblo, corredor seco, dejó de ser desde hace décadas la tierra fértil que alimentaba las raíces de los sembradíos; sin agua y sin comida tanto Tana como cientos de pobladores se han visto obligados a emigrar, unos hacia la capital, otros para Honduras y los más decididos agarran camino hacia Estados Unidos; unos con ayuda económica de familiares que ya están en el país y otros solamente con lo del pasaje para la capital y con la fe de que el Señor de Esquipulas les abrirá el camino.
Seguir leyendo «Las sandalias de Tana»El retorno de Yeyo y los nietos de Papayo
Yeyo creció viendo cómo a su padre se le astillaba la espalda de tanto cargar sobre los hombros racimos de bananos tiernos en los días infernales del trópico en Chiapas y; a su madre llenarse de quemaduras los brazos haciendo dobladas de papa para vender a las afueras de la finca. Trabajadores de mil oficios, hicieron malabares para lograr sobrevivir como indocumentados en Tapachula, México; siempre en trabajos precarios, de mala paga y sin prestaciones, recorrieron el estado revés y derecho y siempre fue el mismo trato y pago.
Seguir leyendo «El retorno de Yeyo y los nietos de Papayo»El eco del canto de los gallos
Ilka Oliva-Corado
Agarra a su hijo Yeyo, lo envuelve en el perraje y se lo pone en la espalda. Sobre la mesa coloca dos mudas de ropa, su peineta, los talcos del niño, un bote de crema para la cara, un par de zapatos con las suelas rotas -que piensa que las puede mandar a arreglar cuando llegue- un sobre con fotografías y unos pedazos de playeras que hizo pañales.
Seguir leyendo «El eco del canto de los gallos»El anhelo de Catalino Sixto
Ilka Oliva-Corado
Son las 11 de la noche, llevan 16 horas entre la basura, montañas y montañas de basura, buscando cobre, vidrio, cartón y plástico. Cuando tienen suerte encuentran galletas y golosinas empaquetadas, se las comen de un bocado, aunque muchas veces se han intoxicado pero la necesidad puede más, es la vida de los recolectores de basura, piensa Catalino Sixto que también le ha escuchado decir lo mismo a sus papás y a los vecinos de la colonia donde viven.
Seguir leyendo «El anhelo de Catalino Sixto»Cada vez es menos
Ilka Oliva-Corado
Las únicas veces que Caya de nía Chenta escuchó el sonido de los cascos de los caballos sobre los adoquines fueron las noches haciéndole compañía a la señora de la farmacia cuando sus hijos se iban de viaje a la capital, entonces pedía favor a nía Chenta para que se la prestara para que se quedara a dormir con ella mientras regresaban, así fue como Caya escuchó el sonido del agua potable recorriendo la tubería de pvc, en esa casa también vio por primera vez un inodoro, una pila y un refrigerador. Una plancha eléctrica, un televisor a control remoto y una secadora de pelo.
Seguir leyendo «Cada vez es menos»En cualquier lugar del mundo
Ilka Oliva-Corado
La alarma del reloj despertador repica una y otra vez, Cheyo la voltea a ver de reojo, cansado, quiere seguir durmiendo, hace apenas tres horas llegó a su cuarto ha trabajado todo el día quiere dormir, sólo dormir, pero hace años que no duerme más de cuatro horas y no porque no quiera si no porque no puede, el ritmo de trabajo no se lo permite.
Seguir leyendo «En cualquier lugar del mundo»La nostalgia de Hilarión
Ilka Oliva-Corado
Salió del segundo turno a las tres de la tarde, ha trabajado de 5 a 10 de la mañana en una mueblería cortando madera y de 11 de la mañana a las 3 de la tarde el segundo turno, limpiando oficinas. En su camino para el tercer turno donde trabaja de ayudante de mesero en un restaurante libanés se detiene en un supermercado mexicano para enviar su remesa semanal a su familia en San Sebastián, Retalhuleu, Guatemala, es domingo en donde vive todos los días de la semana los trabaja por igual.
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