Violadores de DDHH en Colombia NO son manzanas, es el árbol podrido

FERNANDO ARIAS CARDONA  15 JUNIO 2021 

El presidente Duque, pretendió sorprender a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), anunciando una reforma a la Policía Nacional, creando la dirección de Derechos Humanos (DDHH) y cambiando el uniforme, todo para que la ciudadanía “se enamore de la institución policial”. Otro falso positivo, de carácter administrativo, un anuncio cosmético y de corte mediático.

¿Por qué este anuncio a las volandas, más allá de querer deslumbrar a la CIDH?

Con el Paro Nacional la Fuerza Pública, en particular la Policía y su brutal fuerza de choque, el ESMAD, se mostró con el verdadero ropaje; la gente ha visto a una fuerza pública convertida en arma de guerra contra la población, encarnizada con la juventud, hoy sin esperanzas y sus sueños rotos, sin posibilidades de acceso a la educación humanista, a disfrutar de empleos dignos, vivir en un país donde prevalezca la vida (no sólo la vida humana, sino la del territorio, las especies animales, los bosques, las fuentes de agua, entre otros), con unos mínimos de tranquilidad al llegar a la edad adulta.

Ese ropaje se llama doctrina del “Conflicto de baja Intensidad y del Enemigo Interno”, de confección gringa, desarrollada en los documentos de Santafé I, II, III y IV (en 1980, gobierno de Ronald Reagan), en los cuales se reafirma la doctrina Monroe “América para los americanos”, léase “para los norteamericanos”, orientada a liquidar cualquier posibilidad de transformación democrática en nuestros países. Con esa doctrina se formó a quienes encabezaron los sangrientos golpes militares en Brasil, Bolivia, Argentina y Chile, entre otros.

Esta doctrina se remoza con nuevas “prendas”, como la pregonada por el neonazi chileno Alexis López, la llamada teoría de la “revolución molecular disipada”, todo lo cual hace que los miembros de esta fuerza pública vean en cada opositor político, a quien reclama derechos o protesta por las políticas gubernamentales, como a un “enemigo”, el cual debe ser liquidado.

¿Por qué los miembros del ESMAD, policías y soldados patean, apalean, disparan armas letales, arrollan a la gente con sus enormes tanquetas, abusan sexualmente, violan mujeres y se comportan como perros de caza contra la gente? Es la formación ideológica con que se les entrena.

Señores Mindefensa, presidente y Director General de la Policía: No son “manzanas podridas” los que cometen todos esos actos de barbarie y graves violaciones a los DDHH y del Derecho Internacional Humanitario (DIH), es el ÁRBOL el que está podrido.

Hacen falta decisiones de fondo como la de imprimir una formación ajena a teorías como las señaladas, donde prevalezcan los principios del DIH y los DDHH, convirtiendo a la Policía en un cuerpo civil, separado del Mindefensa y, desmontando el ESMAD, convertido en un cuerpo de guerra contra la población.

13 de junio de 2021

Adendum:
El ESMAD es en realidad un organismo prodisturbios y no “antidisturbios”, que ha jugado un papel nefasto y atentatorio contra su «fin misional»:

-No controla disturbio alguno, sino que los provoca, en medio de manifestaciones y protestas pacíficas, con el fin de justificar la agresión a los manifestantes.

-No restablece “el orden”, sino que genera caos, angustia, sufrimiento, confusión y terror.

-No garantiza “la seguridad” de los habitantes, y por el contrario ayuda a expandir la inseguridad y no en términos abstractos sino concretos, como lo certifican los muertos, heridos y discapacitados que ha dejado durante su existencia.

El ESMAD lejos de ser una fuerza para dispersar “turbas violentas”, es un apéndice de las políticas de “seguridad nacional” que a la vez se cimientan sobre la idea del “enemigo interno”, y asumen toda movilización ciudadana como un riesgo para la vigencia de la corrupción.

Su desmonte es un reclamo de primer orden en las exigencias del Paro nacional para proteger la integridad de quienes participan en las movilizaciones, pues se ha demostrado en las calles que cuando no hay presencia del ESMAD, las marchas son pacíficas y los “vándalos encapuchados” (agentes infiltrados) son ampliamente rechazados por los manifestantes.

La negociación con el Comité Nacional de Paro se debe rodear de garantías y, sin duda, desmontar el ESMAD es una de ellas.

Ello permitirá garantizar el derecho a la protesta social pacífica, y que esta no sea vista en la absurda “lógica de la guerra”, sino en la lógica del Derecho internacional de respeto a los Derechos Humanos.