La Mano de obra campesina, cada vez pierde más espacios ante el desatino de unos gobiernos sin olfato y un congreso que se lo tragó lo doméstico, que ante su inoperancia, estamos ante un riesgo alimentario evidente. El clamor se ha incrementado por parte de las diversas voces protagónicas, responsables de la comida para la CIUDADANÍA, mientras un gobierno paquidermico, no da muestras de avanzar en la construcción de una políticas públicas, que conduzca a una reales reformas en torno al agro.
El CAMPESINO nuestro está sin salida en su queja. No lo escuchan, no recibe propuestas claras de un ministerio de agricultura que no ha podido reponerse del fantasma «agro ingreso seguro», que desvió los grandes recursos que debían terminar en ese sector del campesinado y no, en las arcas de unos ricos. Con esa realidad a cuesta, el CAMPESINO ha elevado de diversas maneras y ante todas las dependencias que tienen que ver con su problemática, la solución a sus constantes quejas. El tema de semillas, vías, precios del producto, reducción a la perversa intermediación, el uso de otros mecanismos de traslado de los productos y el alivio de los intereses de los préstamos a tantas deudas, problemas que tienen al CAMPESINO en un colapso total.
Esas mujeres y hombres que acarician la tierra y ponen todo su ingenio para contribuir a las variadas muestras alimentarias, se quedaron solos y ya no tienen con quien hablar, que decidieron con o sin pandemia, deshacerse de lo que con tanto sacrificio producen. El gobierno no ha sido un buen interlocutor, se ha vuelto un ramplón agiotista y como cualquier chepito de poca monta, arrincona a un deudor diferente que merece un mejor tratamiento.
Si el CAMPESINO hace un préstamo termina desbaratado por los intereses y el gobierno impositivo lo conmina a pagar, sí o sí. Y por qué así como le brinda alivio a los grandes industriales y empresarios, no lo hace con ellos? Sencillo, si bien es cierto que el CAMPESINO es protagonista para la construcción de la cadena productiva del alimento, el gobierno no tiene para él, propuestas creíbles y serias, que le permitan salir de ese enredo cual telaraña, cierra el presente del agro en Colombia.

Lo que produce el CAMPESINO, no es rentable para él. Las importaciones, es el pan de cada día en nuestro País, que pone en verdadero riesgo a esas mujeres y hombres, que le han dado su vida al arado de la tierra y la producción de tan variables muestras de trabajo. El presente es oscuro y el futuro no lo es menos, no porque el CAMPESINO sea menos ante su compromiso, sino porque el gobierno está más preocupados en continuar con la cabeza enterrada cual avestruz, porque si la saca, ya no hay tiempo para recomponer lo mal que ha direccionado sus políticas públicas en detrimento de COLOMBIA«. #Desdemiraya
