Marx habla de la pandemia

A través de medios que me pidieron expresamente no revelar, una buena amiga periodista logró en exclusiva una entrevista con Carlos Marx. La misma tuvo lugar el último día del año 2020 en alguna ciudad europea. Fue hecha en inglés, y aquí presentamos su versión española. Creemos que no tiene desperdicio, por lo que nos permitimos recomendarla

Marcelo Colussi*

Entrevistadora: Doctor Marx…

Carlos Marx: Perdón: ¡camarada Marx! Así es mejor.

E: Ah, bueno: me parece bien. Camarada Marx: estamos viviendo una pandemia fenomenal que, parece, puede marcar un antes y un después en la historia. ¿Qué consideración podría hacer al respecto?

CM: Tema complejo, sumamente complejo. Sabrá usted que yo no puedo hablar con conocimiento biológico, médico-epidemiológico. Ese no es mi campo. Pero creo, eso sí, que desde el materialismo histórico podemos echar una mirada sobre este fenómeno tan complicado, tan lleno de aristas. Por supuesto que aquí hay mucha tela para cortar. Por lo pronto, el origen del virus.

E: Hoy día se considera que fue una mutación natural de un virus que ya existía.

CM: Sí, exacto. Eso parece. Ya quedaron atrás las hipótesis, nunca demostradas, por cierto, que se trataba de un arma bacteriológica. Se especuló mucho con eso, y se dijo que alguna de las dos grandes potencias que hoy se disputan la hegemonía global podían ser las que lo crearon, Estados Unidos o la República Popular China. De todos modos, viendo ahora el curso de los acontecimientos, queda claro que nadie se benefició directamente. O, al menos, como Estado-nación, ninguno de estos países sacó más provecho.

Quizá China sale mejor parada. Eso da para otros análisis. Hay sectores en el mundo que sí, efectivamente, salieron favorecidos; pero eso es harina de otro costal. Ya hablaremos de eso. En este momento, por el contrario, más que ganancias como país, en tanto potencias, para ambos significó una suma de pérdidas, tanto económicas como humanas. Todo lo cual lleva a pensar -más aun sabiendo que ya se habla de nuevas pandemias que podrán seguir ocurriendo- en el porqué de estas ocurrencias. Quienes saben de estas cosas dicen que los modelos de producción industrializada de animales para el consumo humano pueden estar a la base de la aparición de estos virus.

E: Exacto. Se habla de la aparición de nuevos virus a partir del cambio climático en curso.

CM: Permítame una corrección, por favor. Aquí no hay ningún “cambio climático”. Ese es un distractor y artero eufemismo para no hablar claramente de lo que hay que hablar. Aquí no hay “cambio” del clima, como si eso fuera simplemente una modificación natural, espontánea, de factores meteorológicos. ¡No!, en absoluto. Aquí asistimos a una profunda catástrofe social y política que nos muestra fehacientemente los límites del capitalismo.

El afán de lucro, esa desmedida y voraz codicia que caracteriza a este sistema, a este modo de producción, ha llevado a esta situación catastrófica. Los culpables de todo esto no son las personas comunes de carne y hueso que consumen lo que las empresas les dictan. Si la gente usa y usa sin parar artículos plásticos, baterías desechables para la interminable parafernalia de instrumentos electrónicos que pululan por allí, si se la lleva a un consumo irracional promovido a partir de esa viperina estrategia que es la obsolescencia programada, la responsabilidad del desastre en juego no es una cuestión personal, por “malos” ciudadanos que no saben cuidar su planeta, su casa común.

Problema biomédico

E: Definitivamente, ahí se ven las diferencias de un sistema a otro.

CM: Y es así, justamente, en la forma en que todo esto impacta en la población planetaria, donde debemos fijar la mirada para escudriñar atentamente cómo están las cosas.

E: Y… ¿cómo están las cosas?

CM: ¡Vaya pregunta! Como decía hace un momento, todo el fenómeno presenta innumerables aristas. Por supuesto que es un problema biomédico, de salud pública, que debe ser enfrentado con criterios socio-epidemiológicos científicos. Hay una diferencia básica en cómo el llamado Oriente manejó estas cosas, en relación a lo que sucede en la otra parte del mundo, lo que llaman Occidente.

En la antigüedad, en Europa la peste bubónica o peste negra; en América, con la llegada de los conquistadores españoles, la gripe, que mató a más población que las espadas o los arcabuces. Se podría decir que mediáticamente todas estas afecciones actuales -definitivamente muy importantes- no tienen el peso que está teniendo el Covid-19 porque, en general, se dan en lo que algunos llaman capitalismos periféricos.

Es decir, en países empobrecidos por el sistema global, en la gran mayoría de casos tropicales, sin ningún poder de decisión a escala planetaria, habitualmente proveedores de materias primas con productos primarios muy mal pagados, donde la vida es difícil. O, cabría decir, donde la vida de la gente es casi un milagro.

E: Camarada Marx, ¿y qué puede decirnos de las vacunas?

CM: Otro aspecto altamente significativo, oscuro, manipulado hasta el hartazgo. Hay investigadores sociales inspirados en el socialismo científico que dicen que allí hay gato encerrado. Repito lo manifestado recién: no puede afirmarse nada en forma categórica en este campo con los insumos de que disponemos.

Yo, al menos, no estoy en condiciones de presentar ninguna verdad definitiva. Sin embargo, usted lo ve, van quedando dudas y más dudas. hace tiempo que ciertos grupos ya hablaban de vacunas que servirían para controlar poblaciones enteras.

La vacunación, sin dudas, constituye un avance espectacular de las ciencias modernas para beneficiar la calidad de vida de la población. Las vacunas, como agentes preventivos, son sensacionales: salvan vidas. Pero también -y esto no es ciencia-ficción- pueden servir para inocular cualquier cosa. No estoy diciendo que eso vaya a ocurrir con las vacunaciones masivas, a escala planetaria, que ahora se vienen. No.

Pero quedan las dudas: ¿cómo es posible que ya se supiera, ni bien empezó la pandemia en los inicios del año 2020, que la única salida era una vacunación universal, y que para ese entonces ya se hablara de doce a dieciocho meses para obtenerla? Llamativo, camarada periodista, ¡altamente llamativo!

Un mundo sin libertades

E: A la población mundial, de todos modos, no le quedan muchas más alternativas: se nos ha asustado enormemente con la pandemia. De hecho, hay muertos; eso es un hecho.

CM: ¡Por supuesto que hay muertos! Eso nadie lo niega. Si bien es cierto que su tasa de letalidad es baja, mucho más baja que otras afecciones, el Covid-19 produce muertes. Por tanto, sería un despropósito, una locura no tomarse en serio la afección.

De todos modos, creo que es imperativo abrirse estas preguntas críticas, equilibradas, innegablemente necesarias. ¿Por qué este revuelo universal con este nuevo virus? No es la peste bubónica, que mató a un tercio de la población europea en el siglo XIV.

El distanciamiento social, la sospecha continua con el otro -¿estará infectado?: ¡cuidado!, ¡puede ser peligroso!-, el quedarse en casa, la semi militarización de la vida cotidiana, todo eso en realidad no augura un mundo de libertades, y mucho menos de críticas hacia el sistema opresor. Se podría pensar en una muy bien orquestada estrategia de control social. Se ha instalado la sospecha respecto al otro como mecanismo de relacionamiento social.

Eso no augura buenas noticias. No lo sé, no afirmo categóricamente nada: solo me hago estas preguntas. ¿Podría entenderse todo esto como un triunfo de la clase capitalista global sobre la gran masa trabajadora? Es razonable planteárselo.

* Analista político e investigador social, autor del libro Ensayos. Publicado originalmente en Rebelión