Conspiraciones y división en las FF.MM colombianas. 2da Parte

Por: Tony López R. (*)

Por el respeto que merecen mis lectores y la historia colombiana, debo comenzar este artículo autocriticándome y pidiendo disculpas por un error histórico, cometido en la primera parte de esta serie de artículos referido a la actual crisis que atraviesan las Fuerzas Militares colombiana al afirmar, que el presidente Enrique Olaya Herrera, fue asesinado, cuando en realidad él falleció en Roma, Italia, mientras se desempeñaba como embajador ante la Santa Sede, eso ocurrió en el año 1937. Dejo saldada así esta cuenta con ustedes queridos lectores y con mi conciencia que ya me molestaba.

La critica situación que aún está presente al interior de las Fuerzas Militares colombianas, y no está resuelta, será difícil poder lograr solventar la grave crisis que actualmente se debate y que se convierte en más complicado cada día, por el escándalo de corrupción y de desaparición forzada que involucra al mismo Comandante en Jefe del Ejército, el general Eduardo Zapateiro y junto a él, 230 oficiales de altos y mandos medios de dicho ejército, por el momento.

Si bien este escándalo comienza por las acciones de los servicios de contrainteligencia e inteligencia militar, por las interceptaciones telefónicas a cerca de 130 personalidades políticas, congresistas, periodista, líderes sociales, sindicalistas, opositores al gobierno, especialmente los conceptuados miembros de la izquierda colombiana, el tema va más lejos y en esa supuesta penetración de actores externos, lo cierto es que el manto cubre además una corriente o sector militar que filtra o entrega información a las autoridades venezolanas, de carácter militar y muy sensible, obviamente para Colombia, también para Venezuela.

El pasado 4 de junio, el presidente venezolano Nicolás Maduro Moro, declaró a la agencia HISPANTV, que su homólogo colombiano, Iván Duque, supervisa “personalmente” los campamentos donde se preparan nuevas incursiones contra su país. “Tengo información comprobada de fuente certera que Iván Duque, presidente de Colombia, personalmente supervisa a través de jefes militares campamentos en Medellín en Antioquia, en el norte de Santander, de grupos de mercenarios reagrupados con paramilitares para preparar nuevas incursiones contra Venezuela”.

Cuando el vicepresidente venezolano para las Comunicaciones e Información, Jorge Rodríguez, dio a conocer informaciones muy precisas sobre el entrenamiento, de mercenarios gringos, la ubicación de los campamentos de estos mercenarios en el departamento de La Guajira, y dijo que tienen horas y horas de grabaciones de los mercenarios y delincuentes del narcotráfico metidos en esta conspiración y añadió que era productos de la infiltración en el seno no solo de la inteligencia militar, también de las fuerzas armadas colombianas. Con esa declaración, ardió Troya en Colombia.

Esa confesión y la objetividad de la información provocó un verdadero sunami, en los altos mandos militares y en el propio gobierno de Duque, por el escandalo de la penetración venezolana en las Fuerzas Militares colombianas y las interceptaciones telefónicas (o chuzadas como son conocidas en Colombia) provocó un debate en el Congreso y el inicio de las investigaciones, que se calienta aún más con la revelación de la revista Semana de un largo reportaje bajo el título de las “Carpetas Secretas”..
Hace muchos años que la institución castrense viene con graves problemas, de sectores importantes relacionados con el paramilitarismo y con los carteles de la droga, también la violación de principios que deben regir nacional e internacionalmente en el campo de la ética militar en la guerra y del concepto humanitario que debe cumplirse en un conflicto armado.

Estos principios, lamentablemente no funcionaron en Colombia y se degradaron a partir de esos deshonrosos vínculos con la mafia colombiana y muy especialmente durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, (2002-2010). Y que se continuaron en el gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018) y en el actual gobierno de Iván Duque.
La prueba más palpable es la ola de asesinatos contra líderes y lideresa sociales, afrodescendientes e indígenas y ex combatientes de las FARC-EP que entregaron sus armas y se han reinsertado a la sociedad, la cifra pasó de 1200, asesinatos y de ellos 202 ex guerrilleros desmovilizados de las FARC-EP.

La ola de asesinatos en Colombia es inaudita y ni la OEA ni la Comisionada de DDHH Michael Bachelet lo denuncian, callan miserablemente. Se está cometiendo un genocidio y repitiendo un horroroso plan de exterminio reeditando la época de la Unión Patriótica (UP) contra líderes de base y ex combatientes, con el objetivo de acabar con quienes pueden movilizar y organizar al pueblo contra la opresión. Esa política está basada en los manuales de la CIA y el Pentágono, que enseñan en la Escuela Militar de las América, imponer el terror y exterminio es el principio de esas academias militares por donde pasaron una buena parte de los militares latinoamericanos en los últimos 60 años.

Busquen los siniestros hechos de la aldea vietnamita de Mi Lei 4, que los soldados gringos exhibían a los recién niño nacidos enganchados en las puntas de sus bayonetas, nada diferente de los descuartizamientos de los narco paramilitares que lideraban, Carlos Castaño, Jorge 40, Mancuso, Don Berna y Cuco Vanoy, entre otros. Ese ejército gringo y con esa escuela de criminales, son los que hoy están desembarcando en Colombia, para asesorar en la “lucha contra el narcotráfico” buena fachada para continuar sus acciones contra el pueblo colombiano y para provocar el conflicto militar con Venezuela.

Todos estos crímenes y baños de sangre han provocado al interior de las Fuerzas Militares, evidentes contradicciones, porque como bien dice en su artículo el periodista Felipe A Priast, “dentro de los militares hay un sector que él considera mayoritario que levantan el honor, la honradez y la decencia”, en mi opinión esos son hoy víctima de los militares uribistas, altos oficiales que Uribe venia apoyando desde que era gobernador, comprados para su política de Seguridad Democrática, cuando asumió la presidencia en el 2002.

Estos alto jefes permitieron que Uribe, desde el Palacio de Nariño llamara directamente a un Jefe de Brigada o a un capitán jefe de un batallón, y le diera órdenes, violando los conductos reglamentarios. O le ordenaba apoyar a un jefe paramilitar, como denunció el Jefe militar del departamento del Cesar el coronel Publio Hernán Mejía, condenado a 19 años de cárcel, por su participación en la masacre de 18 inocentes jóvenes, cuando el tribunal le preguntó, quien le dio la orden, afirmó el presidente Uribe, me dio la orden y además que apoyara a Jorge 40, en la ejecución de esa masacre.

El coronel Mejía reveló las relaciones y absoluta coordinación e incluso de acciones conjuntas del Ejército y los paramilitares a las órdenes de Jorge 40 y Hernán Giraldo en la costa Atlántica.
Jorge 40 es un peligroso asesino, jefe de los paramilitares en el Cesar, La Guajira, Magdalena, Bolívar, y parte de la costa atlántica y hoy cumple prisión en EE: UU y ha declarado que, a su regreso a Colombia, contará toda la verdad y revelará la participación de Uribe Vélez. Lo que ha resultado un escándalo y una burla a las víctimas que el presidente Duque haya nombrado al hijo de Jorge 40 como el funcionario encargado por el Gobierno de la atención a las víctimas del conflicto.

Por otra parte, la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia anunció una investigación preliminar contra el expresidente y actual senador Álvaro Uribe Vélez, por el caso de la chuzadas telefónicas ilegales llevadas a cabo por la Inteligencia militar. Según las informaciones publicadas por Semana, la Sala de Instrucción señala que las investigaciones se remontan a 2019, después de que la Corte recibiera un correo donde existe información recaudada por la inteligencia militar, que registra chuzadas a personas que tenían como destinatario al senador Uribe Vélez.

Por otra parte, según la publicación ya mencionada, el pasado 4 de mayo la Procuraduría había juzgado a 13 militares a un juicio disciplinario por el hallazgo de información ilegal, luego de la inspección que la magistrada Cristina Lombana ordenó realizar al batallón de Ciberinteligencia, del Ejército colombiano. La Magistrada había recibido un correo anónimo dándole detalles de las interceptaciones contra cerca de 130 personalidades políticas opositoras, periodistas y lidere sociales.

Pero el involucramiento de Álvaro Uribe Vélez con el paramilitarismo es muy viejo, viene de la década del 80-90 y siempre ha sido silenciado en Colombia por los medios hegemónicos al servicio de la oligarquía. En declaraciones a un medio británico, el ex coronel de los Servicios de Inteligencia israelita Yahir Klein, reveló que Uribe Vélez habría pagado para formar los escuadrones de la muerte en Colombia. Según Klein, Uribe habría pagado a la organización en la que él participaba para tal fin.
Ampliando sus declaraciones Klein expresó: “En Colombia nadie tenía interés en escuchar la verdad, no les valía la pena empezando por Uribe, cuando era presidente», dijo. Además, afirmó que Uribe: «sabía que yo había estado ahí y por qué había estado ahí, él sabía lo que estaba haciendo. Estuve tres veces, tres semanas. ¿Por qué él se calló?» no sé. Sobre las declaraciones de Uribe en su contra, Klein reiteró que «yo le diré quién es el bandido, el mentiroso y el que está escondiendo cosas».

La crisis en las FF.MM se agrava porque, ciertamente, con la decisión de Duque de aceptar el ingreso de militares de Estados Unidos a Colombia, violando la Constitución del país, como bien lo han planteado 25 senadores en el Congreso, que alertan que esta injerencia militar de EE.UU puede llevar a Colombia a un conflicto transnacional y sitúa en un escenario difícil a las FF:MM colombianas, a las que con esa decisión presidencial, Duque los humilla y empujan a sus soldados clases y oficiales a una acción de guerra, y que el llamado sector militar realista y honorable, considera irresponsable pues no hay ningún ataque de Venezuela hacia Colombia de carácter militar ni de ningún tipo.

Ese estamento militar no uribista, sabe que los muertos los pondrán sus fuerzas y su pueblo, el que ellos deben defender solo si es atacado. También son conscientes que dentro de sus filas hay sectores minoritarios, pero con sentimientos y pensamiento bolivarianos, no castro- chavista, como vil y falsamente sugiere el periodista Felipe A Priast, en su artículo “Los Soldados Americanos y el “Estado Débil”.

La lamentable noticia de hoy de la muerte en combate de 6 soldados y 8 heridos, enlutan nuevamente a la familia colombiana, se desconoce los caídos en la parte de la guerrilla de las FARC-EP, pero lo que seguramente se puede afirmar que estos combatientes caídos de ambas partes provienen de familias humildes y ninguno de familias oligarcas, los poderosos que han prácticamente hecho trizas los Acuerdos de Paz y se siguen enriqueciendo con la guerra. Este serial sobre la interna de las FF.MM continuará en próxima entrega.

(*) Periodista, politólogo y analista internacional.
La Habana, Cuba 18 de junio del 2020. 22:00 hrs.