Por Roberto García Hernández
La Habana, 20 abr (Prensa Latina) La pandemia de Covid-19, enfermedad provocada por el nuevo coronavirus SARS-Cov-2, que azota al mundo y tiene hoy como epicentro a Estados Unidos, impacta también de forma violenta en las instituciones militares norteamericanas.
Este patógeno, que ya contagió a más de dos millones de personas y ocasionó más de 155 mil muertos a nivel global, provocó hasta la fecha la lamentable cifra de 39 mil decesos en la nación norteña, donde además sufren el mal unos 735 mil 300 individuos, según estadísticas de la Universidad Johns Hopkins.
Ante este inédito escenario, las fuerzas armadas (FF.AA.) estadounidenses no podían quedar al margen del problema y para algunos especialistas la Covid-19 constituye ya un mal que seguirá haciendo daños a dicha institución de una u otra forma durante varias décadas.
El Pentágono informó el 17 de abril en su página en Internet que el número de contagiados en todo el personal de esa agencia federal subió a cerca de cinco mil, de ellos unos tres mil casos positivos entre los militares, además de dos fallecidos.
Entre los empleados civiles hay ahora 830, otros 351 enfermos son contratistas, mientras entre los familiares de los uniformados se reportaron cerca de 675 con el nuevo coronavirus.
El brote dentro de los servicios castrenses se extendió a los buques -recordar el escándalo reciente del portaaviones Theodore Roosevelt (CVN-71)- unidades de las Fuerzas de Operaciones Especiales, la Infantería de Marina y el Ejército, con diferentes grados de infección, incluso a instalaciones importantes del Complejo Militar Industrial.
La tasa de contagios dentro de los servicios armados de Estados Unidos llegó a un nivel que algunos oficiales califican de alarmante, expresa un artículo reciente del diario The New York Times firmado por Thomas Gibbons-Neff, Helene Cooper y Eric Schmitt.
A mediados de marzo, el mando militar norteamericano ordenó el cese de las maniobras y de otras actividades de entrenamiento, debido al brote de la Covid-19, pero pocos días después decretó el reinicio de los ejercicios a todos los niveles, aunque en menor magnitud, decisión que provocó fuertes críticas de expertos y medios de prensa especializados.
De hecho, el nuevo coronavirus amenaza con ser más mortífero que cualquier conflicto armado reciente en que los servicios militares norteamericanos hayan participado y superó ya con creces en todo el país las muertes por los brutales atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Un artículo reciente del sitio digital de la revista estadounidense Atlantic, publicación que aborda temas de política interna, cultura y otros asuntos de interés, señala que las FF.AA. norteamericanas, diseñadas para proteger al país de cualquier adversario que lo amenace, es incapaz ahora de derrotar a la Covid-19, ‘el mayor peligro para la nación en toda una generación’.
Según el sitio oficial del Departamento de Defensa, en los 50 estados de la Unión, el Distrito de Columbia (donde radica Washington, la capital) y territorios como Puerto Rico, Guam y la Islas Vírgenes estadounidenses, se han movilizado más de 16 mil efectivos del Ejército y la Guardia Nacional.
La falta de instrucciones unificadas desde el liderazgo del Pentágono acerca de las precauciones necesarias a tomar y la necesidad del tan proclamado distanciamiento social, creó una situación que expertos califican de improvisada frente a la contención de la enfermedad.
A mediados de marzo el Ejército anunció el cierre de mil 400 centros de reclutamientos en todo el país para proteger a sus efectivos así como a los potenciales reclutas que acuden allí habitualmente.
Un obstáculo más que de acuerdo con expertos redundará en detrimento de la calidad final del proceso de reclutamiento y por ende de la disposición combativa de las tropas que cumplen tareas de proyección de fuerzas en prácticamente todos los rincones del mundo.
La Infantería de Marina mantuvo sus actividades de entrenamiento hasta que se produjo un brote de más de 20 contagiados en una de sus principales unidades y detuvo el arribo de nuevos reclutas hasta mediados de abril.
El Comando de Europa de las FF.AA. norteamericanas anunció el 26 de marzo en su sitio en Internet la reducción sustancial del ejercicio Defender-Europe 2020, que originalmente se preveía constituyera el mayor despliegue de fuerzas y medios norteamericanos en 25 años.
Ante esta situación, para los jefes militares norteamericanos el desafío ahora es lograr un balance entre un buen nivel de disposición y preparación combativas sin detrimento de la salud de las tropas en medio de la pandemia, algo que según expertos es en estas circunstancias muy difícil de lograr debido a la reducción de los entrenamientos y la reducción de los recursos.
Especialistas coinciden en señalar que de acuerdo con el curso de los acontecimientos en relación con la Covid-19 en Estados Unidos, así como la falta de una política coherente dentro de las fuerzas armadas norteamericanas para combatir la enfermedad, esta lamentablemente continuará avanzando cual enemigo imbatible dentro de las filas castrenses de la nación norteña.
Tal y como se evidencian en los ejemplos citados en este trabajo, tomados de medios de prensa estadounidenses, de alguna forma los efectos de esta enfermedad afectarán de forma sustancial las capacidades de las entidades militares, garantía de las proyecciones hegemónicas de Washington a nivel global, aunque está claro que para nada paralizarán la totalidad de las misiones de las agrupaciones castrenses.
Sin embargo resulta interesante un artículo de la revista Business Insider del 5 de abril pasado: las FF.AA. de Estados Unidos sentirán los efectos de la Covid-19 ‘durante las próximas décadas’, y a pesar de que finalmente la acción del nuevo coronavirus será derrotada, este padecimiento ‘probablemente provoque un impacto a largo plazo en la disposición combativa de las tropas, e incluso después que pase la crisis, las cosas nunca serán iguales para los militares’.
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