Por Amylkar Acosta Medina
A raíz del enardecimiento de su población y de las multitudinarias manifestaciones, sin precedentes en los 29 años de vida democrática de Chile después de la caída del sátrapa Augusto Pinochet, el Presidente Sebastián Piñera reaccionó espetando que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie”, asumiendo e insinuando que eran fuerzas externas, extrañas al país, quienes aupaban y estimulaban la protesta.
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