Crece rechazo a bases militares de EE.UU. en Latinoamérica

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Buenos Aires, 4 abr (PL) La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) quiere discutir la permanencia de las bases militares de Estados Unidos en Latinoamérica, donde tiene al menos 30 de esas instalaciones.

En su versión digital, el diario Tiempo Argentino recalca que el secretario general de la Unasur, Ernesto Samper, planteó la conveniencia de que la Cumbre de las Américas, prevista en Panamá la próxima semana, se convierta en un foro para debatir este acuciante tema.

El problema volvió a ser noticia esta semana -señala el periódico- cuando Washington anunció que creará una fuerza especial para América Latina con sede en Honduras.

La nueva unidad funcionará en la base de Palmerola, la misma en la que los militares hondureños primero llevaron a Manuel Zelaya tras propinarle el golpe de Estado el 28 de junio de 2009, y de ahí lo condujeron a Costa Rica.

Según la información que recuenta el diario, ese nuevo centro contará con 250 hombres y dispondrá de poderosos recursos de guerra.

El pasado 27 de marzo, Samper expresó su inquietud por la multiplicación de bases en el continente y propuso su eliminación definitiva para replantear las siempre conflictivas relaciones entre Estados Unidos y los países de la región.

Sugirió que los primeros pasos para empezar a discutir el tema podrían darse en el foro continental el 10 y 11 de abril.

En cuanto al número de bases norteamericanas en Latinoamérica no se puede hablar de una cifra oficial, pero sí hay números estimativos.

El Movimiento por la Paz, la Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos contabilizó 47 bases, aunque no todas son norteamericanas; también hay de la OTAN o de países europeos como Francia y Reino Unido.

La periodista argentina Telma Luzzani realizó una extensa investigación que publicó en 2012 bajo el título «Territorios vigilados. Cómo opera la red de bases militares norteamericanas en Sudamérica», en el que identificó más de 30 Sitios de Operaciones de Avanzada en por lo menos 17 países.

Se trata de bases pequeñas en las que rigen las leyes estadounidenses. Operan en red y son utilizadas para recolectar datos, proteger oleoductos, vigilar flujos migratorios y realizar vigilancia política.

También apoyan golpes de Estado, ya sea exitosos, como el lanzado contra Zelaya en Honduras, o fallidos, como los que hubo contra el presidente Hugo Chávez en Venezuela o Rafael Correa en Ecuador. Algunas bases, como la ubicada en la Bahía de Guantánamo, funcionan como centros de detención y tortura.

El objetivo de estos complejos es, por un lado, económico. No es casualidad que las fronteras de Venezuela y Brasil estén rodeadas por bases militares estadounidenses, advierte Tiempo Argentino.

El país que preside Nicolás Maduro es uno de los mayores productores de petróleo a nivel global, mientras que el de Dilma Rousseff descubrió, hace pocos años, un impresionante yacimiento bajo el Océano Atlántico. A eso se suma la riqueza en recursos naturales y minerales del Amazonas.

La política militarista de Barack Obama no difirió mucho de la de William Clinton o de George W. Bush, sostiene la publicación.

Y recuerda que el 1 de julio de 2008, la IV Flota volvió a patrullar las aguas del Atlántico y el Pacífico Sur, después de 58 años de inactividad y motivada, según denunciaron varios especialistas, por la vigilancia de los recursos naturales.

Un año después, Colombia permitió la apertura de siete bases militares en su territorio, algo que preocupó a toda la región e incluso generó conflictos entre distintos mandatarios.

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