Luisa María González
Si la derecha se une, la izquierda también está unida, fue el mensaje del Encuentro Latinoamericano Progresista celebrado en Ecuador, donde quedó claro que las fuerzas transformadoras no cederán terreno ante quienes torpedean lo logrado.
Al clausurar la cita realizada lunes y martes en esta capital, el presidente ecuatoriano Rafael Correa recalcó que solo con la unidad será posible enfrentar y salir airosos de los embates de la restauración conservadora, la cual busca derribar las transformaciones ocurridas en la región impulsadas por gobiernos progresistas.
Cientos de representantes de 35 partidos y movimientos políticos de una veintena de países se reunieron en el foro para dialogar sobre los desafíos de cara al futuro, con el fin de consolidar y profundizar los procesos de cambio democráticos a favor de las grandes mayorías.
Varias de las personalidades presentes, como la política colombiana Piedad Córdoba y el expresidente panameño Martín Torrijos, coincidieron en que un evento de este tipo resulta altamente necesario en la coyuntura actual, dado que la derecha intenta recuperar el espacio perdido.
Sobre el asunto, al inaugurar el conclave Correa explicó que las fuerzas conservadoras superan el aturdimiento experimentado en la primera década del siglo XXI, cuando uno tras otro los gobiernos de tendencia progresista fueron llegaron al poder y promoviendo revoluciones.
Por tal razón, la derecha ya se está reorganizando y ahora opera con nuevas tácticas menos frontales que, por ejemplo, los violentos golpes de estado y las dictaduras militares de la década de 1970.
Durante las mesas de trabajo realizadas, los panelistas coincidieron en que los ataques de la restauración conservadora, en gran medida impulsados desde Estados Unidos, llegan en estos momentos disfrazados de democracia, para lo cual la manipulación mediática de las empresas privadas de comunicación deviene un pilar fundamental.
Al respecto, el mandatario ecuatoriano denunció cómo la prensa intenta hacer prevalecer un estado de opinión que muchas veces afecta al estado de derecho, pues solo importa lo que sea aprobado o desaprobado por los titulares.
El encuentro acontecido en la Casa de la Cultura Ecuatoriana estuvo marcado por la premisa de que la izquierda en América Latina no es más un movimiento de resistencia que busca llegar al poder.
Por el contrario, en varias naciones las fuerzas progresistas acumulan algunos años de gobierno, con la experiencia de intentar transformar las estructuras socioeconómicas que históricamente han provocado la desigualdad, la injusticia y la exclusión.
En consecuencia, un tema fundamental de discusión fueron los retos de ejercer el poder.
Al respecto Correa señaló como punto de partida, que la izquierda en el siglo XXI debe mantener concepciones de la izquierda tradicional como la búsqueda de la justicia en todos los sentidos, la supremacía del ser humano sobre el capital, y el rol protagónico de Estado en la sociedad.
No obstante, agregó, en otras cuestiones se necesita cambiar posturas del pasado como negar el mercado, un mecanismo económico cuya existencia es un hecho.
«Lo que pasa es que no es lo mismo tener una sociedad con mercado, que una sociedad de mercado», aseveró, al explicar que lo decisivo es ponerlo en función del bien común.
Por otro lado, estimó necesario lograr un equilibrio entre el individuo y la acción colectiva (pues privilegiar demasiado a uno implica anular al otro), darle el valor que tiene a la noción de eficiencia y reconocer las especificidades de cada país en la construcción del socialismo, lo cual significa evitar las estandarizaciones.
Adicionalmente, resaltó la importancia de construir un concepto propio de desarrollo que se enfoque en la búsqueda del buen vivir, y no repita los mismos objetivos capitalistas referidos al consumismo, la industrialización, la acumulación de capital, entre otros./PL
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