
Cuando Jorge Giordani terminó de escribir su ya famosa carta, varios días antes de que fuera removido del gabinete, es de suponer que alguien como él, observador de la realidad nacional y con muchos hilos en sus manos o en las de altos funcionarios o dirigentes del Psuv cercanos, que le permitían recibir información calificada oportuna, tenía plena conciencia de la situación del país, de la guerra económica, del déficit de producción y de los severos problemas de abastecimiento, de los efectos de las guarimbas durante tres meses, de la “inquietud” entre oficiales de la Fuerza Armada, de las amenazas desde el exterior, de la política de Washington y otros centros de poder respecto a Venezuela.