
Sabemos bien que quien se baña en Viernes Santo se convierte en pescado. Viceversamente los peces que saltan a la playa en Domingo de Ramos se vuelven temporadistas. Empieza así la mutua devoración entre quienes se vuelven pescados por estar en pecado y quienes comen pescado por no caer en pecado. Eso explica el milagro de la multiplicación de los peces pero no el de la multiplicación de los precios. /Sigue Leyendo