Indicó que incluir a Venezuela “entre los más grandes violadores de los derechos humanos en el continente es una canallada contra el país de mayores avances de derechos humanos en este siglo 21, todos los derechos sin excepción”.
Señaló que “en verdad hemos pasado a ser el país con menor desigualdad social en América Latina, en medio de una extrema libertad de expresión”.
Chaderton recordó que la SIDH pasó años «ciego, sordo y mudo ante las sucesivas violaciones de los derechos humanos en Venezuela antes de (la llegada del presidente Hugo) Chávez”.
Recordó el silencio de la CIDH ante “la masacre colectiva del Caracazo (1989)” y el reconocimiento “al Gobierno golpista de 2002” de Carmona Estanga, luego del golpe de Estado contra el presidente Chávez.
Agregó: “Siguen callando y cada día de silencio es un día de complicidad”.
No obstante, explicó que la CIDH “a partir de la llegada de Chávez al poder, junto con el pueblo, no ha hecho más que aceptar las falsas denuncias de los anteriores violadores, respaldados por el poder imperial que antes los protegía, y con el acompañamiento musical de los dueños de medios”.
Chaderton manifestó que es curioso el sentido de la justicia que tiene la CIDH: «Todos los años las audiencias se convierten en un aquelarre para juzgar en un mediático tribunal de inquisición solo a ciertos estados, objeto de la antipatía política imperial, en especial Venezuela”.
Pero agregó que este organismo del SIDH “no sanciona a sus propios miembros que banalizan o encubren violaciones de los derechos humanos”./AVN