Venezuela: reflexiones sobre el triunfo revolucionario

 Oscar Rotundo
El domingo pasado por la noche, después del primer boletín oficial, y con la confirmación del triunfo aplastante de la alianza oficialista, muchas fueron las conjeturas que comenzaron a plantearse en torno a la nueva composición del mapa político en Venezuela y sus probables consecuencias, desde la revolución y desde la oposición, para un futuro lleno de acertijos.La revolución cuanta con un líder que ha sido relegitimado el 7 de octubre, un plan de gobierno que ha sido consultado y avalado tanto nacionalmente como regionalmente y una presencia político institucional abrumadora no sólo en la figura de los gobernadores electos, sino también en la presencia y peso político de los legisladores regionales, que salvo en el estado Amazonas, son mayoría. Incluso en las gobernaciones en las otras dos gobernaciones en las que perdió el chavismo, Lara y Miranda.

Otra característica que podemos tener en cuenta, es que sin la presencia física del comandante Chávez, su influencia política se hizo sentir en la escogencia de los candidatos, y en la resolución de conflictos internos que atentaban contra la unidad y que podrían haber mermado el resultado obtenido. Su firmeza ante propios y ajenos, templó los ánimos y cohesiono las fuerzas.

Además de haber ganado en Zulia, el primer distrito electoral, y en la capital del estado Miranda, donde ganó Capriles, el oficialismo ganó en las otras 11 capitales estatales, tiene la mayoría en la Asamblea Nacional y el 68 % de los legisladores regionales, situación alentadora para las próximas elecciones de alcaldes y concejales a realizarse el domingo 13 de abril de 2013.

La oposición con esta derrota debe replantearse la tan mentada unidad que pregonara este último año, y en lugar de justificar su situación con  excusas  banales,  reflexionar sobre el divorcio, cada día mayor, que tiene con los sectores populares antes de especular con la posibilidad de que sin la presencia del presidente Chávez a partir del próximo 10 de enero, la revolución se desmorone.