Juan Carbajal Rosas*
En días pasados Enrique Peña Nieto, declaro que en su administración como presidente de México “…su gobierno estará comprometido con el libre mercado y el comercio, y que a diferencia de lo que ocurre en otros países, México no aplicará medidas proteccionistas”. Y más adelante destacó que:”…la economía mexicana será de libre mercado”, Comentario que no causo ninguna sorpresa, pues el país se encuentra inmerso en ese sistema desde la época del porfirismo. Y aún pese a la lucha social que se dio a partir de 1910, con la Revolución Mexicana la república siguió, aunque con marcadas acotaciones, en el concierto capitalista del mundo occidental; oscilando entre ser un Estado Bonapartista y un Estado de Bienestar.Las declaraciones de Peña, no causaron ningún escozor. No hubo sorpresa alguna, pues un amplio sector de la sociedad mexicana sabe que “Quique” es solo una pieza en el tablero del ajedrez político que juegan los grandes oligarcas nacionales e internacionales. Es decir los dueños del capital.
La pregunta que habría que hacerse, es si “Quique” logra comprender a cabalidad todo el enorme significado de sus palabras, mismas que alguien como un par de neuronas más y con intereses claros le hizo decir.
Con sus afirmaciones, Peña Nieto deja entrever que con el poder que le otorga el cargo, ”…la economía mexicana será de libre mercado”. Así de facto y con orden de autoritarismo real que confiere la presidencia. Tal y como lo haría un dictador bananero de la década de los años 70´s. y ¿Dónde queda el Poder Legislativo, que es donde, se supone, reside la Soberanía Popular?
El mensaje que envía “Quique”, o más bien le ordenan que haga, es que acepta y se somete ipso facto, que en todo México el Mercado, y solo el mercado, mandará. Algo claro e inobjetable para la filosofía del neoliberalismo. Ideología, que ya en forma descarada y cínica muestra el “nuevo” PRI. Enrique Peña Nieto, según sus dichos, antepone, sin ningún rubor, que es más importante garantizar salvo conducto a la codicia de poder político-económico y al interés particular y de grupo. Principios que son inherentes al capitalismo que propagan el neoliberalismo económico y que ahora “Quique” Peña Nieto levanta como baluarte toral e inamovible de su gestión gubernamental.
En palabras más llanas: Peña Nieto nos anuncia a todos los mexicanos que lo más descarnado del sistema capitalista, será la brújula que marque el camino. Motivo y causa del porque su contento y regocijo de que sus diputados y senadores priistas, junto con los cómplices y cobardes panistas, ayudados por las rémoras y mercenarios diputados y senadores del PVEM y PANAL, “lograron sacar” la infame ley de reforma laboral, con la cual se aniquila de tajo más de 80 años de lucha de la clase trabajadora del país. Con la cual el Estado abandona su responsabilidad de vigilar que los derechos de la seguridad social, el derecho al trabajo y a un salario digno se cumplan.
Con esta recién aprobada reforma laboral que impulsaron Fecal y Quique Peña y su manifiesta confesión de sometimiento al libre mercado, el país retrocede más de 100 años y la los costos sociales, políticos y económicos de la Revolución Mexicana se tiran a la basura.
Lo que tenemos que tener bien claro los mexicanos y mexicanas, es que con el mensaje de Peña pone de manifiesto que èl solo gobernara para las elites de poder económico del país y del extranjero. Sin importarle en lo más mínimo la constante y enorme brecha de desigualdad económica que se manifiesta en lo largo y ancho del país. Lanza el mensaje de que no le interesan las crecientes cifras de pobreza que sufre el 50%, de la población mexicana, que no le importa el desempleo; su interés solo se centrará en la “productividad y reproducción de la riqueza” de los que poseen el capital.
Esto cierto de que Peña Nieto ignora que la democracia y capitalismo,(libre mercado), guardan diferentes visiones y valores, sobre el cómo y para que debe de ejercerse el poder.
La democracia , no está por demás remarcarlo, tiene como fin velar y tutelar, que dentro de todo conglomerado social, la distribución absoluta del poder político se centre en cada una de las personas, es decir: “un hombre, un voto”. Por su parte el sistema de libre mercado, ¿cuánto tienes, cuanto vales?, solo reconoce y acepta el derecho económico de quien posee el dinero y expulsa y aniquila a quien, o quienes, en el ámbito de lo comercial no son “competentes” para apoderarse del mercado. Simplificando; solo garantiza la “supervivencia del más apto”, por los cual, quienes se dicen dueños del recurso material, el dinero, procuran apadrinar e impulsar políticos que les garanticen un gobierno que le brinde seguridad de sus “inversiones”, como es el caso de este hombre de marras que en breve tomara posesión del cargo como presidente del país.
Que Dios no coja confesados. Negros días se avizoran, por lo cual la resistencia debe comenzar desde ahora./* desde Mérida, la de Yucatán, 14 de noviembre de 2012.