Patricia Parra Hurtado
A menos de un mes de las elecciones presidenciales del 7-O es necesario valorar desapasionadamente el escenario que se ha dibujado en estos meses de pujante campaña electoral y de pugna entre proyectos políticos antagónicos que se pelean por la conducción del país. A manera de resumen, se intenta en las siguientes líneas repasar la situación política del país sin pretender predecir los resultados electorales sino comprender el enorme reto que se abre durante y posterior a este proceso electoral.
I. CONTEXTO POLÍTICO Y RESUMEN GENERAL DE LA SITUACIÓN DEL PAÍS (2006-2012)
A partir del año 2006, con la reelección de Hugo Chávez en la Presidencia de la República con casi 7 millones de votos, se abrió un escenario de estabilidad y consolidación de la institucionalidad democrática, ya que, al menos en apariencia, los factores desestabilizadores de oposición al Gobierno retomaron el espacio legal de la lucha político-electoral (muchos otros quedaron aislados y/o huyeron del país). Este piso electoral le dio legitimidad al Gobierno y le permitió una mayor maniobrabilidad para construir instituciones con personal aliado y leal al proyecto político del Presidente Chávez.
No obstante, en este segundo período de gobierno (2006-2012), algunas coyunturas promovidas por el fuerte escenario polarizante, empezaron a mermar en la legitimidad de apoyo al Presidente Chávez:
1) A principios de 2007, el Presidente Chávez anuncia que no le será renovada la concesión al canal Radio Caracas Televisión, decisión que trajo consigo una fuerte movilización de calle de los sectores adversos a su proyecto y un conjunto de solidaridades automáticas de gruesos sectores de la población (medios y bajos) que no estuvieron de acuerdo con la forma en que se tomó la medida y se cuestionó -también desde sectores que apoyan al Gobierno- el por qué no se hacía lo mismo con otros canales de televisión que habían tenido un papel tan o más determinante en el Golpe de Estado de 2002. En este contexto, el Presidente Chávez anunció que el proyecto político que lidera es de carácter socialista, asumiendo como primeras medidas la renacionalización de la compañía de telefonía más importante del país y la nacionalización de un conjunto de empresas productoras de minerales básicos;
2) En diciembre de 2007, la propuesta de reforma de la Constitución -que traía un conjunto de mejoras socioeconómicas para los sectores desposeídos, pero también ampliaba los poderes del Estado y permitía la reelección presidencial continua, entre otros aspectos- perdió por 124.962 de votos (1,4%), convirtiéndose en el primer revés electoral del proyecto chavista. A partir de este momento, el discurso del Presidente Hugo Chávez se radicaliza y lo que se proyecta es un Gobierno monolítico, fundamentado especialmente en la lealtad hacia el líder Hugo Chávez y empieza a constituirse un bloque comunicacional fuerte del Estado para contrarrestar los mensajes mediáticos de los actores políticos opositores.
A partir de este momento, la política se mediatiza más que nunca, por tanto, la acción de Gobierno (planificación y ejecución de políticas) adquiere un espacio cada vez más creciente en la plataforma comunicacional del Estado y se consolida el imaginario de dos países virtuales: el caótico que presentan los medios privados de oposición y el ideal que reflejan los medios del Estado, lo que trajo consigo un desgaste político de la población que cada vez se ensimisma en mejorar sus condiciones materiales de vida (a través
1 Politóloga, egresada de la Universidad Central de Venezuela. Correo electrónico: pparra2021@gmail.com
de un fuerte consumismo) pese al discurso oficial de austeridad y construcción de una sociedad solidaria, socialista y anticapitalista.
Durante este período, problemas preexistentes (y nuevos) en la prestación de servicios públicos básicos empezaron a ser visibilizados mediáticamente porque afectaban a gruesos sectores de la población: fallas en el suministro eléctrico en todo el país (que se vinculó a las nuevas gestiones gubernamentales luego de nacionalizadas las empresas eléctricas), déficit en la recolección de desechos sólidos, instalaciones hospitalarias insuficientes para la atención integral y oportuna de la población (reaparición de enfermedades que ya se habían erradicado en el país: malaria, mal de chagas, tuberculosis, etc), inflación en todos los productos de la canasta básica, en especial en el sector alimentos (pese a la política de soberanía alimentaria), fallas graves en la prestación del transporte subterráneo de la capital (Metro) vinculadas a la reducción de tarifas llevada a cabo por el Gobierno, fallas en la infraestructura vial del país, paralización de grandes obras de infraestructura pese a la aprobación de recursos y los anuncios del Gobierno Nacional para su ejecución (Por ejemplo: Metro de Valencia, el Bus Caracas, nueva línea del Metro de Caracas, etc), y múltiples fallas de gestión de gobiernos locales (estadales y municipales) afines al proyecto político del Presidente Chávez2.
Transversalmente a todos estos problemas, el aumento de la tasa de homicidios y demás delitos violentos en el país en los últimos años y la negación política inicial que hicieron representantes del Gobierno Nacional en torno al tema (aunado a las crisis penitenciaria de importantes centros de reclusión del país), podrían ser factores que explican el crecimiento aparente de la opción opositora, que colocaría un escenario electoral y social muy cerrado para el próximo proceso electoral, pese al amplio margen de aceptación hacia la figura del Presidente Chávez de acuerdo a estudios de opinión realizados que le otorgan a Hugo Chávez más del 50% de la preferencia electoral3.
Respecto del tema de la delincuencia, deben hacerse algunas puntualizaciones: como la política se ha mediatizado en sustitución de los actores políticos tradicionales de todas las tendencias ideológicas (partidos políticos, grupos de presión, movimientos sociales, etc,), se ha posicionado el mensaje según el cual el Gobierno Nacional ha sido permisivo con la delincuencia y que inclusive hay sectores dentro del Estado que han realizado alianzas con grupos delictivos que pudieran ser utilizados como fuerzas de choque en un eventual escenario de conflictividad. Los señalamientos en contra de altos funcionarios militares y
2 Los problemas de gestión pública a nivel de las administraciones nacional, estadal y municipal es de tal gravedad, que en los últimos meses se ha observado una especie de “carrera contra el tiempo” para recuperar el tiempo perdido y ejecutar los recursos (nuevamente dados) para la culminación de grandes obras de infraestructura que estuvieron paradas en el país pese al anuncio del propio presidente Chávez de su culminación para el año 2012 o principios de 2013. Conociendo esta debilidad, el propio discurso del presidente Hugo Chávez durante agosto en los actos de campaña se ha responsabilizado “personalmente” de las obras inconclusas y de las fallas en la prestación de los servicios públicos, personalizando con ello nuevamente (sin adjudicar responsabilidades a quienes le acompañan) de los errores de la gestión pública, aspecto que necesariamente debe ser revisado para el próximo periodo de gobierno 2013-2019 porque ello mella no sólo en la credibilidad del liderazgo político que conduce el proyecto bolivariano, sino en la transparencia en la utilización de los recursos del Estado.
3 Sobre este aspecto es fundamental traer a colación la siguiente reflexión de Javier Bierdau que suscribimos en su totalidad: “(…) Las encuestas “triunfalistas” sobreestiman la fortaleza de la revolución bolivariana y subestiman el potencial opositor. Son armas melladas de campaña electoral. Generan un “efecto dormitivo” que impide enfrentar de modo realista la gravedad del momento político del país, de aquello que está geopolíticamente en juego incluso en las propias filas de la Revolución Bolivariana, dadas las tensiones entre sus corrientes y matices.” En: “Venezuela 7-O: pescar en río revuelto”, disponible: http://www.aporrea.org/internacionales/a144544.html
jefes policiales del país por estar vinculados con actividades ilícitas, en particular con el narcotráfico y la comercialización de armas, posicionan una imagen de Estado Forajido4 por un lado (al vincularse presuntamente actores con poder político en actividades delictivas y/o de persecución política) y Estado fallido por otro (porque ha perdido la capacidad de monopolizar la violencia y de aplicar la ley para proteger a la población, quedando el país en manos de grupos fácticos delincuenciales, paramilitares, guerrilleros, etc).
II. CONSIDERACIONES SOBRE EL CONTEXTO PRE-ELECTORAL
Sin duda alguna, el estado de salud del Presidente Chávez se convirtió en un motivo suficiente de preocupación (en las filas de sus partidarios) y de oportunidad político-estratégica (para sus adversarios). Se confirmó que la apuesta mesiánica que hace depender de una sola persona la conducción política de un proyecto de transformación social no sólo es perjudicial para la propia sobrevivencia política del liderazgo, sino fundamentalmente para el mantenimiento de los logros y la necesaria profundización e inicio de los cambios estructurales que aún requiere la sociedad. El desconocimiento, la invisibilización y la no discusión de la necesidad de construir un liderazgo alternativo al de Hugo Chávez y una conducción más amplia del proyecto bolivariano es un aspecto perjudicial para garantizar la sobrevivencia de las ideas que conforman el proyecto bolivariano.
Por tanto, el liderazgo del Presidente Chávez pareciera insustituible. Ningún otro actor dentro del Gobierno que acompaña a Hugo Chávez tiene la suficiente legitimidad o respaldo popular para sustituirlo en un eventual escenario de ausencia por razones de salud y tampoco se permite abrir la posibilidad de discusión en torno a la necesidad de formar a liderazgos que le sustituyan. Las pugnas dentro del partido de gobierno (PSUV) dan cuenta de distintas visiones del proyecto político que lidera Hugo Chávez y muestra serias debilidades organizativas que trasciendan los procesos electorales.
Asimismo, la ausencia de mecanismos efectivos de democracia interna dentro del chavismo5 y la poca presencia-fuerza de un movimiento social que acompañe y a la vez trascienda el gobierno del Presidente de Chávez (que logre aglutinar a las distintas expresiones de la izquierda) son factores que también han favorecido el aumento del apoyo a la opción opositora.
A partir del mes de mayo del presente año, se reflejó en prensa una mayor difusión de denuncias en contra de funcionarios de la Guardia Nacional y de la recién creada Guardia del Pueblo por atropellos contra
4 La eventual salida de Venezuela del Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos (Comisión y Corte IDH) apuntan a reforzar esta idea del estado forajido, violador sistemático de los DDHH.
5 Tal y como ha quedado demostrado para designar las candidaturas del chavismo en gobernaciones y alcaldías. El discurso oficial dentro de las fuerzas aliadas al Gobierno y de los principales liderazgos se concentra en señalar que el objetivo principal es ganar la presidencia el 7-O “porque lo que está en juego es Chávez” (reafirmación del voluntarismo político del proyecto bolivariano), por lo que, todo intento que intente empujar la discusión de los liderazgos regionales es desplazado, acallado o tildado de contrarrevolucionario. En este sentido, el mensaje político que se le envía a la sociedad (partidaria y opositora del chavismo) es que nada se discute sin la anuencia del Presidente Chávez, quedando el proceso de construcción democrática desde las bases en meros enunciados y, contradictoriamente, la derecha agrupada en la colación de la MUD en apariencia da un ejemplo de democracia al organizar elecciones primarias para colocar a sus candidaturas a los gobiernos locales. Lo más preocupante es que el Presidente Hugo Chávez siga directamente designando candidaturas a gobernaciones y alcaldías que no cuentan con el respaldo popular por su clara ineficiencia y contradicciones ideológicas y éticas con los principios del proyecto bolivariano.
ciudadanos y por supuesta participación en actividades de narcotráfico y tráfico de armas (sobre todo en cárceles que están bajo custodia de este componente castrense). Este tipo de denuncias aunque no son significativas numéricamente, pudiese interpretarse como la existencia de descontento dentro de los cuerpos armados subordinados al Estado que pudiera ser aprovechado en posibles escenarios de conflictividad. Asimismo, los mensajes reiterados del propio Presidente Chávez llamando a una “mayor conciencia antimperialista” a los militares, pudiera ser una muestra simbólica de que las lealtades al marco constitucional dentro de los organismos de fuerzas del Estado no se encuentran del todo cohesionadas.
El discurso confrontacional y de achaques de responsabilidades entre opositores y gobernantes respecto de los problemas del país, pudiera ser otro factor que explica el escepticismo de algunos grupos que simpatizaban con el proyecto del Presidente Chávez, engordando así la abstención o posibles votos nulos por inconformidad frente a la clase política dirigente. El conocido sector de los “Ni-Ni” cada vez crece más y ello siempre termina favoreciendo a la derecha, tal y como se ha manifestado en escenarios electorales precedentes.
Las restricciones a los venezolanos residentes en el exterior (en buena parte opositores al Presidente Chávez) para poder inscribirse en el registro electoral y así poder participar en las elecciones podría interpretarse como la falta de convicción del Gobierno respecto a una victoria amplia y segura en el próximo proceso electoral. Los votos del exterior, junto con el de otros grupos sociales no reconocidos en el debate político nacional6, tales como jóvenes y comunidad sexo género diversa, así como los votos de las personas escépticas con el proyecto bolivariano, podrían marcar la diferencia de votos que necesita uno u otro bando para posicionarse con un amplio margen electoral.
La candidatura opositora de Henrique Capriles Radonski, pese a su poco carisma y debilidad discursivo-conceptual contiene elementos atractivos para un importante sector de la sociedad venezolana, sobre todo el más joven que tampoco se encuentra identificado con las formas tradicionales de confrontación del discurso de izquierda7 (que amerita revisarse) pero tampoco se identifican con el pasado asociado al Puntofijismo:
1) Es una figura joven (pese a representar un partido de la neo derecha conservadora); por tanto, un rostro fresco que además ha hecho carrera política (primero como diputado, luego como alcalde y ahora como gobernador);
2) No está identificado directamente con los sectores conservadores del pasado Puntofijista, ya que el partido político al que pertenece se dio a conocer a través del “show bussines” televisivo que se engranó perfectamente con el proceso de desplazamiento de los actores políticos tradicionales por los medios de comunicación;
3) Cuenta con el apoyo de sectores jóvenes de clase media con un nivel de instrucción aparentemente mayor que el resto de la población, lo que hace atractivo para otros sectores jóvenes la posibilidad de identificación y aspiración con ese modelo a seguir;
6 A menos en lo que se conoce como opinión publicada/mediática.
7 No se está queriendo decir que la izquierda debe asumir un discurso hipócrita de “hermandad entre los venezolanos” desconociendo las desigualdades e inequidades de la sociedad en que vivimos, pero es necesaria la revisión de las formas cómo se intenta captar adhesiones políticas hacia un proyecto de transformación social como el planteado con el chavismo, comenzando por predicar con el ejemplo: si se habla de una sociedad de iguales: no es posible que a diario se observe a funcionarios del Estado con más pinta de “burgueses” que la propia burguesía tradicional contra cuyos intereses se supone que va dirigida la lucha, etc.
4) En principio inició una estrategia de evasión de la confrontación directa con la figura del Presidente Chávez, lo que le ganó adhesiones y no pocas expresiones de simpatías de sectores de la población desgastados del discurso confrontacional y en ocasiones arrogante impulsado desde el Gobierno8. A menos en apariencia, Capriles Radonski ha despersonalizando la lucha política y ha añadido una preocupación institucional a su propuesta política, basándose en los problemas concretos de la población que aún no han sido resueltos por el proyecto bolivariano y haciendo énfasis en los incumplimientos de gestión del Gobierno del Presidente Chávez. Por el contrario, la mayor fortaleza y debilidad al mismo tiempo del proyecto bolivariano, es precisamente el liderazgo carismático de Hugo Chávez que lleva a la movilización de la población muchas veces en torno a la lealtad emocional con el líder, perdonándose momentáneamente los posibles errores políticos y de gestión gubernamental9.
III. A MANERA DE CONCLUSIÓN
Eludir las consideraciones contextuales anteriores es un acto de irresponsabilidad política e histórica. Ahora más que nunca se requiere de una revisión y compromiso ‘real’ de la clase política dirigente que respalda el proyecto bolivariano para comprender que la transformación socio-política del país no se reduce a la ampliación de la nómina del Estado (pensando que con dar empleos al mejor estilo adeco del pasado se ganan adhesiones y lealtades políticas), ni a la compensación económica que justamente se le otorga a los sectores más pobres del país, ni a la promoción del “consumo socialista de electrodomésticos o vehículos particulares”, ni mucho menos a la negación de los problemas estructurales generadores de inequidades que aún tiene el país y que están lejos de solucionarse de no darse un vuelco con el modelo rentista petrolero y hacer más eficiente-transparente la gestión pública.
El proyecto bolivariano requiere imperativamente de la renovación de cuadros gerenciales dentro del Gobierno. No puede seguir el mismo gabinete de ministros “reciclándose” de uno a otro espacio institucional (con las lógicas perversas que ello trae consigo: caída y mesa limpia cada vez que se cambia un ministro, discontinuidad de los proyectos, cacerías de brujas, etc), sin dar castigo ejemplarizante a las gestiones deshonestas o ineficientes, negando los problemas de gestión asociados no sólo a la ineficiencia sino también al desconocimiento técnico y la incapacidad para gestionar los ámbitos medulares de un país: alimentación, salud, seguridad ciudadana, infraestructura, etc.
El uso excesivo-abusivo de la “guerra mediática” contra el Gobierno y el proyecto bolivariano no puede seguir siendo la excusa discursiva para negar los problemas que aún no están resueltos en el país. La ausencia
8 Las reiteradas menciones de ataque y descalificación utilizadas por el Presidente Hugo Chávez en sus actos de campaña en contra de Capriles, lejos de ganar nuevas simpatías fortalecen el liderazgo opositor. Simbólicamente en el lenguaje político, mientras más se descalifica y criminaliza al adversario, en igual medida crece su apoyo y se le está dando una mayor importancia de la que tiene. No debe olvidarse lo sucedido con el propio Hugo Chávez en 1992 cuando en la tribuna política del Congreso, el diputado de Acción Democrática David Morales Bello pidió “muerte a los golpistas”, lo que en vez de frenar simpatías hacia Chávez y los militares insurrectos, generó mayor solidaridad hacia la intentona golpista ya que este tipo de discurso coloca en evidencia el desespero y el nivel de ilegitimidad que pueden estar viviendo los miembros de la clase política gobernante.
9 En un artículo precedente escrito en co-autoría con Keymer Ávila en 2008, se señalaron entre otros aspectos los peligros de abusar del liderazgo como fuente infinita de adhesión política. Ver: “De cómo el triunfalismo y el abuso de la emotividad conducen a la derrota”, disponible en: http://www.aporrea.org/actualidad/a46934.html, http://www.rebelion.org/docs/60322.pdf y http://www.sinnombres.org.ve/boletines/politica/De%20como%20el%20triunfalismo%20y%20el%20abuso%20de%20la%20emotividad%20conducen%20a%20la%20derrota%209.12.07.pdf
de autocrítica en los medios de comunicación del Estado ha ayudado a fortalecer los espacios empresariales mediáticos de la derecha (Globovisión y compañía) que aprovechan la no cobertura de las protestas y demandas sociales que deberían hacer los medios públicos para convertirse en la “única” vitrina de protesta que tiene la ciudadanía para que sus gobernantes le den respuesta.
El proyecto bolivariano tiene como reto, además de una democratización del espacio mediático estatal, la construcción de instituciones que den respuesta oportuna y adecuada a las necesidades más sentidas de la población sin necesidad de que los asuntos se resuelvan por el nivel de “enchufe” que tengan los demandantes. No se justifica que en un país que está viviendo un cambio tan trascendental de sus estructuras políticas y sociales, siga siendo una total odisea realizar cualquier trámite administrativo que en cualquier otro país vecino no amerita madrugonazos, “picadas de ojos” ni “mojar la mano pal’ café” de quienes simplemente deben hacer su trabajo. El cambio estructural y verdaderamente revolucionario se estará dando cuando ésta deje de ser la regla y socialmente sean reprobados estos comportamientos.
Es imperativo la constitución del PSUV en un partido político realmente democrático no sólo para la elección de sus liderazgos, sino para la discusión de las líneas de acción estratégicas de conducción del país. No puede seguir sucediendo que la voluntad de las bases sea desconocida porque siempre está por encima la decisión del Presidente Hugo Chávez. Practicar el “mandar-obedeciendo” tiene que constituirse en la forma de hacer política que vaya derrumbando las tradicionales maneras adecas-cupulares de accionar. Asimismo, la cooptación como forma de ganar adhesiones y de fracturar el movimiento social debe cesar para darle paso a formas de verdadera participación popular que no dependan de los recursos ni la voluntad del Gobierno, tarea que indiscutiblemente depende de los liderazgos de base para frenarse ante la constante tentación de su institucionalización.
La clase política dirigente del proyecto bolivariano debe comprender que el crecimiento sostenido que ha venido teniendo la opción opositora en el país se debe no sólo a campañas mediáticas ni desestabilizadoras, sino también al acercamiento que han tenido liderazgos de derecha apropiándose de discursos de transformación social que antes eran de la izquierda hoy gobernante y que ahora por encontrarse en demasía institucionalizada ha dejado de lado para tildar de contrarrevolucionario y “apátrida” a toda manifestación crítica que disienta de la gestión gubernamental o de algunos liderazgos que acompañan el proyecto bolivariano y que son altamente cuestionados por su falta de manejo ético y honesto. Además, el aumento de adhesiones a la oposición no se está dando precisamente en los sectores de clase media-alta (que nunca han estado ganados al proyecto de transformación social del país porque sus intereses se centran en el “american dream” cuya expresión criolla fue el “ta’ barato dame dos”) sino en los sectores populares –para nada oligárquicos- que desde 1998 y hasta 2006 apoyaron mayoritariamente el proyecto bolivariano y que ahora están desilusionados. El crecimiento de la oposición, está asociado claramente a las fallas de la dirigencia bolivariana en lo político e institucional, a los problemas de gestión y a la lamentable repetición de la vieja forma de hacer política basada en el clientelismo.