El crecimiento moral a través de la idea del bien en José Martí.

 

Dra. Dalia de Jesús Rodríguez Bencomo.

Universidad Oriente, Cuba

José Martí, pensador de talla universal, aspira  a construir en su tiempo una sociedad más justa y armónica con carácter durable, para  lo cual esta debía erigirse sobre pilares sólidos. Entre dichos cimientos  se encontraba el ejercicio   y  la elevación moral de sus individuos. Este constituiría elemento clave, imprescindible para el nuevo proyecto social que se proponía.

A tal conclusión arriba tras entender en profundidad la naturaleza compleja y diversa de este y su condición de movilizador  del desarrollo de la humanidad. En tal sentido  entre sus diversas reflexiones parte de considerar que la moral es inherente a la sociedad como elemento natural, sin la cual no puede existir ninguna sociedad de ahí que afirme “La moral no perece, porque cada hombre que nace la refecunda. Nace con cada hombre (es ley natural)”

A pesar de considerar la presencia obligada del componente ético en el escenario social  el Maestro entiende que ello no es suficiente para lograr construir una sociedad nueva y mejor, sino que es imprescindible imprimirle una orientación definida, de lo contrario se marchará con dificultades en el logro de la justicia plena.

El lugar de la moral en la construcción de una sociedad superior la expresa Martí de diferentes maneras entre la que se encuentra la siguiente: “El triunfo del mundo reside en la abundancia de generosidad, en aquella pasión por el derecho que lleva al respeto ajeno”

La importancia que le atribuye Martí al ejercicio de la moral está relacionada en sus escritos con diferentes grandes temas centrales de su pensamiento entre los que se encuentran el problema de la independencia de Cuba, la temática de la esclavitud de los hombres, el tema de la preparación de la guerra necesaria donde el componente moral era imprescindible y en cuyo manifiesto de declaración de la misma -el de Montecristi-hace alusión a la necesidad de “ordenar la revolución del decoro”   También dicha importancia está expresada en su proyecto de nueva república en la que defiende como ley primera el respeto a la dignidad plena del hombre como ingrediente imprescindible sin la cual la república no podría avanzar en sus propósitos y ni siquiera existir.

El argumento de lugar de la moral como elemento básico de la construcción de una sociedad superior se palpa en el pensamiento martiano además, a través de su concepto de la vida verdadera, opuesta a la vida falsa e inútil de los hombres; a través de su ideal de hombre al cual debía de caracterizarlo el ser “libre, independiente, sabio conocedor de los demás y de si mismo, digno, respetable, respetuoso, justo honesto virtuoso, sensible, modesto y humano” También en la capacidad de redimir a los demás de cualquier opresión  encuentra Martí vía de crecimiento moral de los hombres.

El fenómeno de la moral lo enfoca en su carácter dinámico y procesal. Dicha idea la expresa a través de un amplio espectro de reflexiones entre las que se encuentra la idea del crecimiento moral de los hombres en el transcurso del empleo de sus propias potencialidades y esfuerzo. Para Martí el hombre progresa moralmente cuando es dueño de sí mismo y es capaz de crear su propio producto a partir de su esfuerzo personal, cuando ejerce su identidad.  Así apunta “el hombre crece con el ejercicio de si mismo, como con el rodar crece la velocidad de la rueda, y cuando no se ejercita, como la rueda, se oxida y se pudre.”

Y reforzando esta idea señala en otro momento de su texto “no hay otro modo de elevar al hombre que hacerlo creador de si…”

Junto a la construcción del ideal del hombre en Martí y los grandes temas apuntados se localizan también diseminadas a lo largo de su obra ideas donde critica  infracciones éticas en el ejercicio cotidiano de las relaciones humanas y la necesidad de enmendar dichas debilidades a través del crecimiento moral que toma cuerpo particular a través de la idea de hacer el bien.

Ante todo Martí considera que hacer el bien era un deber, una obligación moral que debía cumplirse sin ostentaciones  cada día por lo que afirma: “(…) hacer el bien es un deber sencillo, que la beneficiencia ostenta y alardea, pero que la caridad cumple en silencio (…)”   y respecto a su carácter sistemático apunta “(…) si la mano puede abrirse (…) no se abra cada semana, cuando pueden los menesterosos aprovecharse de su bondad todos los días”.

Le concede un valor trascendente a la materialización del bien a lo que señala: “queda del hombre la luz que infunde y el bien que hace” . Al mismo tiempo, señala la reciprocidad en la realización de este, así como su fertilidad por lo que apunta: “(…) el bien delicadamente hecho, delicadamente será devuelto”.  Y en otro texto añade “(…) el bien que en una parte se siembra, es semilla que en todas partes fructifica.”

La idea del bien la despliega además, Martí  a través de un amplio abanico de reflexiones entre las que se encontraba el de la necesidad de ser indulgentes, flexibles cuando sea necesario entendiendo que el error es propio de la naturaleza humana y con ello defiende la necesidad de inculcar  la capacidad de levantar a los caídos “es deber del hombre levantar al hombre: se es culpable de toda abyección que no se ayuda a remediar” Con lo cual no está disminuyendo la importancia de enfrentar con energía el mal.

La idea de crecer moralmente haciendo el bien la expresa el Maestro en la necesidad de desarrollar en los hombres la capacidad de admirar las virtudes de otros en lugar de envidiarlas.  “la virtud es practicarla. En eso se conoce al que es incapaz de la virtud, en que no la sabe conocer en los demás”.  Y en otro de sus textos señala “No hay bien como el de estimar.”

En la capacidad de no denigrar de los demás también encuentra Martí alta postura moral  por lo que plantea “(…) la lengua de un hombre ha de caerse en pedazos, y ser polvo y ceniza, antes de esparcir por odio o ambición cuentos que ofendan en la vida privada a su enemigo (…)” y en otros de sus textos señala “El que denigra a los demás se denigra a si mismo” ; “(…) el que intenta rebajar el decoro de otro hombre, lo que rebaja es el propio suyo”

Por lo que llama en la práctica cotidiana a ser realizador del bien ajeno a través de la postura mesurada y refrenada ante comentarios e intrigas dañinas a otros.  De este modo y a  propósito de una carta que realiza  a Gonzalo de Quezada el 29 octubre de 1889 le aconseja:

“No  hable mal ni bien de quien oiga hablar bien o-mal, hasta saber si hay causa para el elogio o la censura, o si lo que se ha querido es  acreditar o desacreditar a una persona, por el medio indirecto e inmediato de Vd. No hay encaje más fino que el que labran los hombres decididos a intrigar, o necesitados de servir. Es necesario ser hábil y honrado, contra los que son hábiles y  no honrados.”

Idea martiana importante y de gran actualidad está referida a la necesidad de desarrollar a la par las capacidades intelectuales y las morales, ya que las virtudes intelectuales son insignificantes y muchas veces nocivas sino están acompañadas por las morales. Para lo cual apunta “no hay monstruos mayores que aquellos en que la inteligencia está divorciada del corazón”   Y en otros de sus textos señala “La inteligencia no es más que medio hombre, y no lo mejor de él”

El enfoque martiano en torno al crecimiento moral de los hombres no solo lo expresa Martí desde los  matices antes señalados y el lugar que ocupa el fenómeno ético en la sociedad futura, sino que en la base de sus reflexiones se pueden derivar una especie de tipología del Bien cuando señala la existencia de variedades del mismo: el Bien Raíz, el Bien Natural, el Bien egoísta, el Bien falso y el Bien altruista o el Bien para los demás.

El Bien raíz es aquel que se genera desde la capacidad del hombre de hacer por si mismo, de producir su propio producto. “Del bien raíz suele enamorarse el hombre que ha nacido en la angustia del pan, y cultivó desde niño con sus manos la mazorca que le habría de entretener el hambre robusta (…)

El bien natural, o como elemento natural del hombre, nace de la comprensión

martiana del carácter intrínseco de la misma en la realidad social y en la naturaleza humana. Aspectos que expresa en sus textos de la siguiente manera: “La noción del bien flota sobre todo, y no naufraga jamás.”  “El mal es accidental: sólo el bien es eterno.” ;  Y en otro texto añade “(…) la naturaleza humana, mala por accidente y por esencia noble (…)

El bien natural se refiere, por tanto, a aquel innato, en el hombre el cual produce al mismo tiempo, un efecto positivo en él de tal forma que cuando se hace se disfruta más que cuando se recibe, por lo que apunta “(…) por ser más propio del hombre (…) el derramar consuelos que el recibirlos, como se ve cuando se recibe un bien, que no es tanto el goce que cuando se hace.”

No obstante al reconocimiento de ese bien natural inherente al hombre Martí insiste en la necesidad del cultivo de las mejores cualidades del hombre por lo que era necesario educar lo superior en el hombre. Edúquese lo mejor del hombre (…)”  , y en otro texto puntualiza “(…) todo hombre es bueno: falta solo producirle en medio de bondad.”

Martí también diferencia lo que pudiera llamarse el Bien material del Bien espiritual así señala: “¡Que es doble manera de hacer el bien, dar pan al cuerpo y darlo al alma!”

Por otra parte, se refiere al Bien egoísta o Bien para si como aquel que beneficia solo al que lo realiza  por lo que en uno de sus textos reflexiona “(…) ¡y el que se contenta con el bien para si, y no cuida de la infamia y miseria que se comen a  los demás, ni es hombre a derechas, ni se salvarán de que lleguen a él la infamia y la miseria públicas.”

En tal sentido insiste en sus textos en formar las mejores cualidades en los hombres dentro de las que se encontraban la sencillez, la capacidad de admirar a los demás como antídoto de la vanidad y la autosuficiencia por lo que señala “(…) el hombre vanidoso niega o censura las virtudes difíciles que no se atreve  a cultivar.”  Considera que la incapacidad de admirar a otros tiene por base hombres vanidosos y egoísta así señala “El hombre de alma baja, no puede comprender la virtud”

El bien falso es aquel considerado por Martí como aquel que se realiza mediado por algún interés particular: Sobre el mismo señala “(…) el hombre que hace el bien para que le estimen la bondad, o se cansa de hacerlo en cuanto no se lo estiman, no es bueno de veras“

Martí concibe un bien superior el Bien altruista o bien para los demás

“Así se dividen los hombres, en generosos que emplean sus talentos en bien ajeno, y en egoístas, que los emplean en realizar como primer objeto  su propia persona.”

Por último, Martí diferencia El Bien de muchos y el Bien de pocos y en la correlación de la balanza entre estos dos elementos se inclina a favor del primero: “Es preferible el bien de muchos a la opulencia de pocos.”

Si se continua rastreando la literatura martiana se puede seguir clasificando y derivando las diferentes formas en que se expresa para nuestro pensador el bien, sin embargo lo que interesa destacar  y concluir de todo lo anterior es que tal como se ha observado hacer el bien desde la óptica martiana constituye no solo un elemento clave y profundo en materia de reflexión dentro de su estructura de pensamiento ético, sino en lo que el considera las bases de la futura república que equivale a la sociedad que hoy construimos. Y posee entre sus valores el hecho de que trasciende la problemática política y se ubica en las relaciones de la cotidianidad, en el día a día, que incluye también nuestras relaciones personales sistemáticas de trabajo, familiares, y con la comunidad más inmediata.

Nos invita a tener un intelecto profundo, pero también un corazón grande, nos convida a tener relaciones constructivas, sobre bases éticas de respeto, admiración y colaboración mutua que deje sin lugar para siempre  la intriga, la envidia, la hipocresía que aún pervive entre nosotros. Nos impulsa a un crecimiento moral constante en nuestras relaciones personales y a ser mejor en todo los sentidos. Con lo cual también contribuimos a que nuestra sociedad sea aún más justa, equilibrada y  duradera.

Bibliografía:

José Martí: Obras completas, Editorial de Ciencias Sociales, Habana, 1975.

Cintio Vitier: “Ese sol del mundo moral”, Editorial, Félix Varela, La Habana, 2006.

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