AHORA O NUNCA: «PROLETARIOS DEL MUNDO: UNIOS!!!

>Nuestras primeras conclusiones sobre las lucha en el medio oriente.

Otto Van Der Velde Q.
Dentro del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) hemos entrado en un debate sobre los sucesos del Medio Oriente y la nueva correlación de fuerzas políticas a nivel mundial.  He aquí algunas opiniones al respecto.

Las revueltas de masas en el Norte de África, la franja conocida como Medio Oriente, derrumban más de un gobierno árabe. Caen batidos por las masas desde el régimen derechista de Mubarak en Egipto hasta el gobierno, igualmente de derecha del Yemen, país unificado en los años 90 y gobernado por Alí Abdalá Saleh.

Se viene también abajo el gobierno tunecino que ahora preside en forma
interina e igualmente bajo protesta el primer ministro Mohamed Gannouchi. La rebelión en cadena de las masas obreras y comunales pone en jaque otros regímenes de Derecha y de atrasadas dictaduras monárquicas en el Oriente Medio.

Se enfrentan así mismo a las pobladas, el gobierno represivo de El Baradei, donde reposa una de las grandes bases militares estratégicas norteamericana; las monarquías “pro occidentales” de  Marruecos y Jordania que padecen la dictadura neo-yanqui de Mohamed VI y el Rey Abdalá respectivamente.

Pero las  movilizaciones y enfrentamientos se extienden a los gobiernos de de Bouteflika en Argelia; a Túnez, Siria, Libia y hasta el Palestino es alcanzado por estas.

Un verdadero tsunami de masas estremece los diversos nacionalismos
y monarquías de los países árabes.

Pero no todo lo que brilla en el oriente es oro. La rebelión de las masas en el Medio Oriente trae lecciones importantes para los procesos revolucionarios latinoamericanos,  y especialmente para las
líneas de trabajo de los socialistas y comunistas de allá y de aquí.

Una primera visión del problema en el campo de la teoría es que a pesar de las diferencias políticas y el tipo de reivindicación mantenida por los grupos líderes de las revueltas populares, casi todas o todas, sean “progresistas”, dictatoriales o abiertamente de Derecha, tienen que ver con la ideología del nacionalismo.

En ese campo los sucesos arrojan luz sobre el curso del
nacionalismo en la lucha de las naciones oprimidas, algunas de ellas liberadas recientemente del pasado colonial por la lucha de frentes amplios o por el mando del nacionalismo militar como avanzada de una pequeña burguesía laica, religiosa e incluso tribal.

Mencionemos aunque en forma separada a Egipto o a Libia; otras
bajo el yugo directo del gran capital imperialista en su estrategia de controlar por medio de enclaves el mercado petrolero y gasífero mundial, que es el viejo y triste papel de Arabia Saudita, y de otros encierros político-militares de Estados Unidos y la OTAN como Qatar, Doha, Al Bahereín etc.

Es claro que algunas formas progresistas del nacionalismo árabe, se enlazan a dogmas religiosos, a rasgos del nacionalismo feudal,  al predominio de consignas de liberación nacional de los sectores “de abajo” o de corrientes nacional capitalistas internas a dichos procesos etc. Estas últimas manejando en ciertos casos y períodos formas del “antiimperialismo pequeño burgués” –caso, por ejemplo, del llamado socialismo Libio-, como manifestaciones nacionalistas de
modestos desarrollo de fuerzas productivas con firme apoyo del Estado petrolero.

La mayoría de tales nacionalismos han terminado a causa de los procesos más desarrollados y hegemonistas del capital internacional monopolistas
(especialmente al nivel del imperialismo financiero-industrial ligado al negocio petrolero), o bien moderando sus aspiraciones nacionalistas o bien al servicio franco de las naciones opresoras imperialistas como ha sido el destino de unas cuantas corrientes del pasado naseristas capturadas por el militarismo de Mubarak y la burguesía egipcia.

Envejecimiento patético de un tipo de patriotismo que terminó siendo caja de resonancia de la política anti-Palestina de Estados Unidos, y del régimen fascista-sionista de Netañahu en Israel.

Las tendencias del nacionalismo burgués moderno tropiezan simultáneamente, no sólo con sus propias limitaciones en cuanto al crecimiento y deformación del capitalismo nacional, impedido y deformado en su dinámica histórica de acumulación original, por él desarrollo de las grandes corporaciones  imperialista, sino también con las fuerzas proletarias que el mismo capitalismo ha desarrollado, constituyéndola en una fuerza mundial histórica que ensaya su
pase del economismo a la lucha política por el poder.

A pesar del silencio militante de la “prensa occidental” y del reformismo
sobre el asunto, esto es evidente en algunos países árabes, europeos y del área latinoamericana. De los primeros vale destacar el papel que están jugando los sindicatos en los sucesos de Egipto y Túnez; de los otros, señalaremos sus intensas actividades en Grecia.

En esas condiciones las fuerzas anticomunistas del nacionalismo burgués choca con el proletariado que se organiza y que pronto se encontrará con la necesidad histórica del partido proletario; pero también tropieza en materia de soberanía y reivindicación social con las corrientes del nacionalismo popular.

Precisamente a la combinación de esos dos factores es a lo que más teme la burguesía mundial y sus secuaces reformistas de Europa, de Estados Unidos y del Medio Oriente.

He aquí entonces “en pleno desarrollo” el curso que dentro de la lucha de clases moderna, ha seguido la otrora  corriente naserista del Egipto de los años sesenta, una ideología nacional revolucionaria asentada en el militarismo, con fuerte influencia internacional en las filas patrióticas de unos cuantos países latinoamericanos.

Formó parte -valga la mención- del escenario peruano en
el gobierno nacional antiimperialista del general Velazco Alvarado, derrocado por el Departamento de Estado norteamericano.

Pero igual tuvo efecto en algunos grupos patriotas de los movimientos cívico militares de Puerto Cabello y Carúpano en Venezuela, e incluso tuvo presencia europea, durante la famosa “revolución de los claveles” protagonizada por los militares portugueses del año 68 que derrocan la dictadura de Oliveira Salazar.

A partir de la muerte de su fundador Gabal Abel Nasser  y del asesinado
Answuar Sadat,  dicha tendencia nacionalista, manifiesta a partir del conflicto por la soberanía del Canal de Suez; decaen y culminan víctima del servil gobierno pro-norteamericano de Hosni Mubarak, hoy derrocado por las masas egipcias.

El problema nacional formó parte también de la lucha armada de liberación argelina contra  la ocupación francesa. Tras la prisión del socialista Ben Bella y la toma del poder por la corriente ideológica del jefe de los Distritos militares urbanos, las célebres “wilayas” del FLN comandadas por Hari Boumedien, al que continua el actual Bouteflika,
el nacionalismo del proceso revolucionario argelino toma otro curso.

Podemos igualmente afirmar que es parte del proceso político del Yemen “socialista del Norte”, ensayo que con la caída de la URSS, la unificación del Norte con el Sur y el ascenso de la reacción y él reformismo de los años 90, es convertido en un accesorio de la política norteamericana. Sin hablar naturalmente del caso Hussein en Irak o de los Talibanes de Afsganistán, cuyos nacionalismos de tipo pequeño burgués o feudal alentados dentro del anticomunismo por Estados Unidos e Inglaterra, se les fue de las manos a los ingleses y norteamericanos, volcándolos en su contra.

No podemos tampoco dejar a un lado los interesantes sucesos de Túnez, así como el nerviosismo en los enclaves petroleros anglo norteamericanos, los Emiratos, Qatar, Doha, Abu Dabi etc.; monarquías capitalistas petroleras asentadas en jeques y familias corrompidas, constituidas en vulgares bases de apoyo económicos y militares del imperialismo norteamericano e inglés, para el control integral de la vital ruta petrolera árabe.

Lo cierto es que dichos nacionalismos, con pocas excepciones,  han sido, o bien siendo inconsecuentes con sus propios proyectos nacionales, o simplemente respondiendo a la estrategia imperialista de escindir y fraccionar la unidad árabe -línea impulsada por los servicios de inteligencia de la CIA y el Mossad-; o coordinando bloques de silencio para encubrir  los atropellos judíos contra el pueblo y la resistencia palestina; si no maquillando las razias de la burguesía
turca contra el Kurdistan (sobre todo en la represión al partido de los
Trabajadores del Kurdistan).  En alguonos casos alimentando la persecución e ilegalización de sindicatos, de partidos comunistas y del trabajo de la clase obrera árabe, por parte de su dictadura  nacional burguesa y feudal.

Una segunda lección es que de conjunto se trata de una sacudida popular espontaneista pero significativa; que cuestiona la nefasta influencia política de Estados Unidos y la Otan en el área. Se trata de una oposición de las masas y el movimiento revolucionario árabe contra los gobiernos totalitarios, corruptos, protegidos por las potencias imperialistas y los sionistas, quienes ven con comprensible terror que el desborde de las masas, podría facilitar la reorganización de las corrientes obreras, de los sindicatos e incluso de los comunistas, reprimidos durante décadas por las fracciones más anticomunistas del nacionalismo árabe.

Temen también las potencias “occidentales” la pérdida de
algunos aliados claves para la expansión israelí como son Egipto, el Yemen y Jordania.

Es importante destacar una vez más, el papel (militantemente silenciado por los medios de comunicación internacionales) que cumplen los  sindicatos, en las cadena de manifestaciones contra el régimen militar egipcio y en Túnez, movilizaciones que no cesan a pesar del virtual “golpe de estado”  ejecutado por el Concejo Militar egipcio, tras disolver el Parlamento y la Constitución. Igual cosa podríamos decir del consecuente papel obrero en las luchas tunecinas.

Los servicios de inteligencia norteamericanos trabajando en conjunto con el Mosad israelí, tratan de aprovechar la situación  desviando la atención mundial y la furia de las masas árabes, arruinadas por la crisis mundial del capitalismo y las corruptas dictaduras medioevales sostenidas por ellos mismos, hacia la estrategia “antiterrorista” de Estados Unidos y la OTAN contra Libia, Irán y Siria.

No es extraño que los gobiernos nacionalistas de dichos países, anuncien haber desmantelado redes organizadas internas de agitadores y provocadores que se mezclan y agitan infiltradas en las protestas reivindicativas de las masas.

Los imperialistas anglo norteamericanos insisten en desviar la mirada de la opinión pública mundial contra el régimen de Cadafi en Libia.

¿Objetivo del plan?  Seccionar el territorio y ocupar las mejores regiones petroleras de dicho país, una de las mayores reservas de hidrocarburos livianos del mundo, de la que Europa depende en más de un 70%.

Los miserables imperialistas anglo-norteamericanos no ocultan sus planes de intervención militar a Libia, ni son recatados en enlazar su agitación contra Libia e Irán al “caso venezolano”, que también es petrolero.

Para hacer la conexión cuentan con la pandilla de apátridas de la MUD del tipo  William Ojeda, Corina Machado, Del Naranco y de los agitadores a sueldo de “Globovisión”.

Por  ello es coherente que la cancillería inglesa y las fuerzas del Pentágono asocien sibilinamente  la rebelión de masas del Medio Oriente, con el boicot y la agitación de la mal llamada
Mesa de Unidad Democrática al gobierno bolivariano de Chávez, ó a la conspiración de los Prefectos contra el moderado nacionalismo de Evo Morales.

Pero éste es un tema con muchos matices que abordaremos cuidadosamente en próximas entrega del análisis.

No se trata pues, de asuntos puntuales, sino de una cadena de rebeliones y planes cruzados que sacuden al planeta, motorizadas esencialmente por la contradicción entre las fuerzas del trabajo y las deterioradas fuerzas del capitalismo mundial, efectos de una crisis estructural del sistema monopolista de explotación privada, de un formidable barajuste histórica del imperialismo financiero-industrial que desvela al economismo burgués y por tanto al círculo
del economista  Emeterio Gómez.

Bancarrota general del sistema que la burguesía pretende superar vaciando las arcas de los estados capitalistas y expoliando al
máximo a la clase trabajadora del mundo, que ahora reacciona en forma masiva en defensa de sus derechos económicos y sociales.

Algunas de estas luchas clasistas y de masas avanzan de lo económico y social a lo político. Los primeros pasos en esa dirección son visibles en el Medio Oriente;  también en los debates que comienzan a librar algunos sectores del movimiento obrero latinoamericano.

Pero esa agitación económica social se extiende también a
Estados norteamericanos como Wisconsin y los Ángeles. Igual que en Grecia, Italia, España, Irlanda e Inglaterra etc.

Seguramente el nuevo paso en la lucha mundial de clases, marcará un giro muy interesante en la correlación de fuerzas mundiales, favorable al
anti-capitalismo de masas; podría abrir a gran escala las posibilidades del
socialismo revolucionario en los países donde más avanzada y organizada
políticamente estén esas luchas y sin duda que debilitará el campo de influencia reformista.

Pero sobretodo pondrá sobre el tapete de la clase obrera y las masas
“de abajo”, la necesidad estratégica del partido revolucionario de los
trabajadores y el ascenso del proletariado como fuerza motriz de los cambios estructurales del siglo 21.
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«KILL  THEM  ALL:
GOD  WILL  SORT  THEM  OUT…».

«Matadlos a todos:
Dios reconocerá a los suyos…».
(Humberto Eco: «El Nombre de la Rosa».

«Hay que podar los árboles más altos,
para que les llegue a las plantas de abajo
la luz, el aire y la vida. Y ese poco de sol,
que todos sin excepción necesitamos…».>Ω