Clodovaldo Hernández
Con una semana en la AN tuvo su primera “peguita”. ¿Será que usted no aguanta dos pedidas?
—No, uno tiene el deber de hacer cumplir sus derechos y el reglamento. Presioné y, al final, se dio. Es una lástima que sea necesario armar un rollo para ejercer un derecho.
—¿Fue una provocación?
—La agenda era clara: discutir la rendición de cuentas del Presidente. Nosotros, los opositores, fuimos con la tarea hecha. En cambio, la bancada del Gobierno trató de evadir, descalificar. Al final, los venezolanos juzgarán.
—¿El que la denuncia contra usted la haya formulado Diosdado Cabello, le resultó especialmente irritante?
—No, para mí, Diosdado, en verdad, es un personaje neutro que está desarrollando una agenda de poder. Lo que sí creo es que no es el mejor de los voceros para defender ningún principio.
–¿Cómo cree que salió librado de ese capítulo de la telenovela nacional: como el valiente que enfrenta una infamia o como el villano que le manotea en la cara a un viejito?
—Je,je. No, para mí lo importante era defender mi derecho a réplica. No soy hombre de conflictos, siempre he trabajado para resolverlos, pero a veces uno tiene que hacerse sentir. Creo que (Fernando) Soto (Rojas), como presidente de la asamblea, debe ser extremadamente abierto, flexible y comprensivo, saber que no es el jefe de una fracción sino el director de todos, el coordinador de los debates.
—¿Ha hablado con Soto Rojas después del incidente?
—Quedamos en reunirnos para limar las asperezas… je, je, je.
—Al margen de lo anecdótico: ¿esa contribución de Pdvsa es un pecado original que arrastrará Primero Justicia por siempre?
—No lo veo como un pecado. Es una realidad de cuando éramos una organización no gubernamental y nos sentimos orgullosos del trabajo que hicimos. No se puede manipular ese episodio, mezclándolo con la realidad política de hoy.
—¿Puede asegurarle al país que cuando recibieron el dinero de Pdvsa no pensaban crear un partido?
—Sí puedo, porque la chispa que nos lleva a meternos en la política fue el proceso constituyente. El Presidente planteó que fuera para la sociedad civil y nosotros decidimos participar, igual que otras muchas ONG.
—Ya a su ex compañero -y no sé si decir “su ex amigo”- Leopoldo López, ese pecado de juventud le detuvo la carrera en un momento crucial… ¿Podría pasarle a usted?
—No, en lo absoluto. Son condiciones distintas. Las dos inhabilitaciones de Leopoldo fueron completamente injustas, pero mi situación no tiene nada que ver con la circunstancia por la que a él lo penalizaron.
—Cada vez que un opositor protagoniza un choque con el Gobierno, sube su cotización en la bolsa de los candidatos presidenciales. ¿A cómo están hoy sus acciones?
—No, no me estoy cotizando, estoy fuera del mercado.
—¿Por qué?, si tuvo aspiraciones en 2006 y hasta presentó un programa de gobierno
—Sí, pero mi vida política no gira indefinidamente en torno a eso. Hoy la idea es facilitar la escogencia. No le hace un favor al país unas primarias con una chorrera de candidatos.
–Si hacemos un perfil del candidato, ¿cuáles deberían ser sus atributos?
–Podría decir muchas cosas. La mayoría parecen clichés: una persona dinámica, honesta, competente. El factor importante de la ecuación es que sea capaz de volver a unir a de plantear desafíos que todo el mundo sienta suyos.
—Últimamente se lanzó Oswaldo Álvarez Paz. Con ese perfil, está raspado…
—Bueno, hay varios lanzados. Creo honestamente que esa capacidad de unir al país va atada a una renovación política, ¿sabes? Llevamos demasiado tiempo patinando, como un carro atascado, en temas del pasado. Lo que se necesita es dar un brinco al futuro y eso implica renovación del liderazgo, no sólo político, sino también empresarial, sindical y comunicacional. No puede ser que los mismos personajes de antes que llegara Chávez estén en las mismas arenas.
—¿Qué diferencia hay entre hacerle oposición a Chávez desde lejos y de cuerpo presente? ¿Es verdad que su carisma desarma a los adversarios?
—Yo, en el mensaje, le dije que cuando él quiera vamos al debate. Él dijo que sí, pero con respeto. Ojalá lo haga.
—¿Qué tan atrapados por su discurso sobre el Presidente están los opositores? Lo pintan como un demonio y luego tienen que pasar siete horas aguantando las ganas de sonreír… ¡Qué incomodo!
—Je, je, je, yo siempre he sido contrario al radicalismo por principio y porque políticamente es un grandísimo error. Todas las jugadas que lideró el radicalismo culminaron en un fracaso total y aún no terminamos de pagar esas facturas: llámese abril, plaza Altamira o paro, fueron errores enormes. Siempre he pensado que lo radical es lo contrario: ganarse las ideas, la voluntad, el cariño, la adhesión en los barrios y zonas rurales. Las derrotas que le hemos dado al Gobierno han sido por esa vía.
—¿Ha logrado enamorar chavistas?
—Sí, je, je, je. Con eso quise decir que un movimiento puede tener ideas, programas, políticas públicas, pero tiene que encarnarlas alguien y ese enfoque humano, esa química, es esencial en política. El Presidente ha hecho una fuerza de eso y si queremos ser alternativa nos toca el arduo trabajo de desenamorar por un lado y, después, lograr que se enamoren de nosotros… Quien lo ha vivido en la vida real sabe que eso es bien difícil, je, je.
____________
BiografíaMínima
Julio Andrés Borges Junyent nació en Caracas el 22 de octubre de 1969.
Es abogado egresado de la Universidad Católica Andrés Bello en 1992.
Está casado con Daniela Matteus, y es padre de cuatro hijos. Precandidato presidencial en 2006, fue electo diputado a la Asamblea Nacional por el estado Miranda en 2010.
Su partido, Primero Justicia, apoyó el paro petrolero de 2002-2003.
Ciudad CCS